sábado, 27 de marzo de 2010

Reflexión marginal duodécima

SOBRE LA SEMANA SANTA

A tan sólo unas horas del "levántese" el telón de la Semana Santa, alejado de intenciones polemizantes, necesito reflexionar sobre ella. Reflexionar sobre la SEMANA SANTA, “una semana al año, no hace daño”, ni al creyente, ni al incrédulo, ni al agnóstico, ni al ateo, ni a los que nos encontramos entre ese desalentador “Pinto y Valdemoro” del fenómeno religioso.

Con seguridad, somos legiones los que, en estas señaladas fiestas, nos preguntamos, con clara y diferenciada intensidad y hondura, sobre el sentido, el significado, la validez, el folclore, las consecuencias, la actualidad, el protagonista, los actores secundarios y los comparsas de esta historia, a la vez, antigua y cercana que, con machacona cotidianidad anual, repite e itera su contenido, su conocido argumento, alejándose cada vez más, en la actualidad, según el subjetivo parecer de este escribano, de su primigenia esencia.

Para no caer en la aplaudida o denostada “globalización” de todo y para todos, escribiré de lo cercano, de lo próximo, de aquello que sea capaz de tocar con mis manos o de ver con mis ya cansados ojos.

La Semana Santa sevillana, la de la capital y la de sus pueblos, es el paradigma del contraste, de lo contradictorio, de lo enfrentado, de los polos opuestos, de los extremos, del yo y de los demás, de lo nuestro y de lo vuestro, de lo mío y lo de los otros.

La Semana Santa sevillana es la Fiesta de las fiestas, es la conjunción, sin traumas, de diferenciadas fiestas menores en una mayor, exultante, rabiosa, exuberante, altiva, orgullosa. Es la fiesta del dolor extremo y de la alegría pagana; es la fiesta del estar presente en cuerpo y alma y de la huida; es la fiesta de los aromas del azahar, del incienso, de las flores y del sudor; es la fiesta de las mañanas, de las tardes, de las noches, de las madrugadas, de los amaneceres; es la fiesta del sobrecogedor silencio y de la atronadora baraúnda; es la fiesta del topetazo, del encontronazo, de los apretujamientos; es la fiesta de los Cristos, de las Vírgenes, de los buenos, de los malos, de los encapuchados, de los descalzos, de las cruces, de las bandas, de los pasos, de los palios, de los costaleros, de los músicos, de la cera, de la risa, de los llantos, de las saetas, del negocio, del turista, del ratero, de los alquileres, de los suelos, de los balcones; es la fiesta de la adoración, de la idolatría, del imaginero, del orfebre, del carpintero, de las bordadoras; es la fiesta del Cristo desnudo y de la enjoyada Madre; es la fiesta de la incomprensión; es la fiesta del derroche, de los oropeles, de las apariencias; es la fiesta de… Dejo las puertas abiertas para que otros, atados a sus subjetividades, puedan añadir, eliminar o corregir estas “marginalidades”; y, a pesar o gloria de todo y de todos, sigue siendo, por estos predios nuestros, la celestial puerta de entrada a las Grandes Fiestas de la esperada Primavera.

2 comentarios:

  1. He leido tus reflexiones, y aquí quedo, reflexionando.

    A mi, la semana santa me transmite, silencio,
    amor, una ternura inmensa... Aunque a veces, malestar, por mi incapacidad de poder solucionar tantas y tantas injusticias, y comedias mal sentidas.
    Yo voy a intentar vivirla con todo el sentimiento que mi alma me transmite. Espero y deseo que vosotros tengais unas muy sentidas y felices semana santa.
    Un abrazo amigos poetas.

    ResponderEliminar
  2. Sin dudas, reflexionar sobre algo importante, es siempre busqueda de perfección o mejora.
    Abrazos.

    ResponderEliminar