miércoles, 10 de marzo de 2010

Historias de ayer

EL VIEJO NARANJO

El viejo naranjo,
de mi vieja calle,
de blanco vistió
su copa, su talle,
con el azahar,
hermoso ropaje
que, en la primavera,
en sus ramas, nace,
y con la cal blanca,
salubre y suave,
que los jardineros,
de sus casas, traen.

El Viejo naranjo,
de mi vieja calle,
tranquilo, se mece
con el cálido aire,
que mueve sus ramas,
que abraza su talle,
que besa sus hojas,
al caer la tarde,
llenando orgulloso
de aroma agradable,
balcones, ventanas,
portales, zaguanes,
los corazoncitos
de mi santa madre
y de mi mujer,
mi rosa fragante.
¡Qué dicha, qué gozo,
qué cosa tan grande!

El viejo naranjo,
de mi vieja calle,
en Semana Santa,
quiere engalanarse,
para ver los Pasos
de su Virgen Madre,
Virgencita pura,
Dolorosa imagen,
y del Hijo amado,
triste caminante,
Nazareno ilustre
de rostro afable,
y Crucificado,
sin ser Él, culpable,
por un populacho,
ruin y miserable.

La vela prendida,
el cirio humeante,
la nota que escapa
por la vieja calle,
siguiendo los pasos
de la Virgen Madre,
despiertan sopor,
sueños celestiales,
cuajados de encanto,
¡Milagro insondable!

El viejo naranjo,
de mi vieja calle,
descansa, se duerme,
sueña con su padre,
un naranjo viejo,
grande, inolvidable,
que le dio la vida,
su savia, su sangre,
dentro de un esqueje,
de los buenos, de antes,
sembrándolo pronto
en mi amada calle,
donde viejos versos
de nuevos juglares,
se unen, se casan
en bellos altares,
para recitarlos
al caer la tarde.

(Tomado del libro de poemas "365 y una poesías")

2 comentarios:

  1. Huele azahar y acirio, pero sobre todo, aroma de amor. Anais

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  2. Cuando nos visites, comprobarás que nuestra calle está sobrada de naranjos y limoneros lunarios que, menos este año, repiten sus cargas de azahar.
    El nuestro, viejo centinela, no sólo nos proporciona limones y naranjas agrias, también nos regala los inconfundibles aromas del azahar y su belleza.

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