sábado, 30 de enero de 2010

Sueños de mar VII

CALMA EFÍMERA

El mar, harto de ser ola,
quiso ser quietud, remanso,
vistiose de calma chicha,
logró soñado descanso.
Sus aguas, celeste alfombra,
tapiz nunca imaginado,
lograron sacra quietud,
reposar inmaculado,
solamente en su orillar
dibujó silentes pasos,
nimias idas y venidas,
pequeños aldabonazos.
Se ahuyentaron las mareas,
henchidas de grandes fiascos,
su orillar quedó inmóvil,
dejó a los vientos, pasmados,
a la luna, sorprendida,
al sol, desilusionado.

La calma, bien poco dura,
los vientos se han sublevado,
el motín levanta presto
oleaje desmadrado;
el mar se rompe en la orilla,
como lo hiciera hace un rato;
las mareas van y vienen,
todos tocan arrebato.
¡Aleluyas, aleluyas!
claman gaviotas y albatros,
¡Aleluyas, aleluyas!
Todo fue sueño, soñado.

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