miércoles, 2 de diciembre de 2009

Reflexión marginal sexta


DICIEMBRE

No sé que tiene diciembre, en mi particular calendario. No sé, y tampoco trato de averiguarlo, no vaya a ser que, en el intento, se me rompa en mil pedazos, esta gratificante euforia que me acompaña en estos últimos suspiros temporales del año que se nos va.

No sé que tiene diciembre que, siendo ocaso, epílogo, fin, cesación, despedida, despierta en mi, sensaciones de prólogo, de principio, de renuevo, de bienvenida, y tampoco trato de cambiarlo, no vaya a ser que el cambio, me arrastre a la rutina de lo cotidiano y me robe las ganas de renovación, de crear, de seguir vivo.

No sé que tiene diciembre que, esperanzado y renovado, me lo bebo y lo vivo, pasando de sus fríos, de sus escarchas, de su inclemente tiempo, y no me importa crecer en años, y no me importa despedir años.

No sé que tiene diciembre que, en su brevedad, me obliga a recordar con mayor intensidad lo vivido, me insta a recordar con más calidad lo pasado, me invita a recordar con más fuerza la etérea presencia de los ausentes, y me enseña, me da lecciones de cómo seguir amando al ser humano.

¿Tendrá algo que ver, en este no saber, el Niño de Belén?

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