lunes, 21 de diciembre de 2009

Navidal X


A nuestro buen amigo Manuel (Lito), en su brillante noche de Pregonero de los Reyes Magos, en la Cena de Coronación del Ateneo Popular de El Viso del Alcor.
¡Felicidades por tu magnífico Pregón!

LA NOCHE DE LOS PREGONEROS

Como Gabrieles felices,
a orillas del Nacimiento,
se asoman por los alcores
amantes de un viejo verbo,
adultos con piel de niño,
vestidos de pregoneros,
para revivir la historia
de un singular reencuentro.

En la Cena del Pregón,
noche de los pregoneros,
los mayores, sin pudor,
brindamos con vino añejo,
vino de feliz niñez,
el vino de los recuerdos,
servido en frágiles copas
de apreciado cristal viejo.

Y cuando la voz del hombre,
acero del pregonero,
entona añorado canto,
despiertan los sentimientos
que duermen en los arcones
que todos llevamos dentro,
cargaditos de nostalgias
y de felices momentos.

Los adultos se hacen niños
al oír al Pregonero,
y de nuevo, quieren ser
agua fresca de venero,
hijos de la fantasía,
de la magia, de los sueños,
y volver años atrás,
para ser niños, de nuevo.

Los Magos se hacen reales,
porque quiere el Pregonero,
lo manda con su palabra
envuelta en sonoros versos,
que nos transportan gozosos
a orillas de pasados tiempos,
tiempos de firme creencia
en los Reyes verdaderos.

Al lado de la quimera,
nunca olvida el Pregonero,
despertar nuestras conciencias,
con unos “palos” certeros,
trayendo a nuestro presente,
“las verdades del barquero”,
aquellas que nos recuerdan
que el mundo es un basurero
donde los necesitados,
los marginados y hambrientos,
son páginas olvidadas
de un libro que nunca es nuestro.

Terminada la tarea,
sin apenas pasar tiempo,
resuenan fuertes aplausos
en honor del pregonero,
orfebre de la palabra,
orífice del bello cuento
de unos Magos que adoraron
a un Infante Nazareno,
nacido en pobre portal,
Catedral del universo.

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