jueves, 31 de diciembre de 2009

¡FELIZ AÑO!

Con nuestros deseos de que el venidero 2010 sea un buen año, cosa difícil, os dejamos nuestra despedida de un año, el 2009, para olvidar cuanto antes, cosa igualmente difícil.


LA NOCHE DE SAN SILVESTRE

Cuando llega San Silvestre,
a lomos de un cansado año,
el pueblo encuentra pretextos
para poder celebrarlo.

La noche de San Silvestre
es noche de sobresaltos,
es noche de despedida,
es noche de encuentros gratos,
se vitorea la muerte
y, la vida, al poco rato.

El año viejo se inscribe
en el libro del pasado,
el año nuevo nos llega
pleno de dudas y arcanos.

A San Silvestre, el Mayor,
nada le parece extraño
y, con risa socarrona,
se ríe de los humanos,
que celebran delirantes
las pérdidas de sus años.

Campanas de viejos bronces,
hacen sonar sus badajos,
doces campanadas, doce,
anuncian el nuevo año
y las muchedumbres gritan,
beben, cantan alocados
y liberan los impulsos
durante un año guardados.

¡Ay San Silvestre querido,
el último de los santos!
No te costó darte cuenta
como somos los humanos,
amantes de la alegría,
a veces, malhumorados
y, casi siempre, patrones
de niños mal educados.
Perdónanos San Silvestre
que esto que viene pasando,
es costumbre pasajera
que ocurre una vez al año,
y como dice el refrán:
“Ni a un santo le haría daño”.

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