jueves, 5 de noviembre de 2009

EL VISO DEL ALCOR


EL VISO DEL ALCOR (VI)

En noche de alcor visueño,
de cálido aire solano,
inventor de los insomnios,
ladrón de los sueños gratos,
busqué por las azoteas,
sudoroso, atormentado,
migajas de un aire fresco
perdidas por los tejados.

Distraído miré al cielo,
sin pensar, por hacer algo;
prendido quedé al instante
de tan sublime estrellato,
de infinitas luminarias
en negro manto bordado,
olvidé mis cuitas pobres,
la sensación de cansado,
y emprendí hermoso viaje
en dócil caballo alado,
nacido en la ensoñación
de espíritu arrebatado
por la magia del aliento
de un caluroso solano.

En caprichosa locura
me perdí en vuelo bien alto,
por las amplias alamedas
de aquel jardín encantado,
de infinitud no entendida,
de posesión, deseado,
cerré con fuerza los ojos,
abrí puertas al engaño,
estrené metamorfosis
de viejo solar humano,
crucé barreras prohibidas,
visité pueblos extraños,
hablé con extraterrestres
como si fueran hermanos
y encontré frescor y paz
en aquel dulce remanso.
Pero las dichas humanas
se quiebran en corto plazo,
como la vida y los sueños,
se rompen en mil pedazos,
y al momento desperté,
al igual que antes, cansado,
agotado y sudoroso,
por culpa del ruin solano,
inventor de los insomnios,
ladrón de los sueños gratos,
engañoso pregonero
de numerosos encantos,
de efímera eternidad,
contenida en frágil frasco.

Aquel solano viajero,
desde el levante llegado,
me regaló la ocasión
y pretexto deseado,
para dibujar los versos
de un poema dedicado
a la tibia calidez,
a los cielos estrellados
y a las sabrosas tertulias
de las noches de verano.

(Tomado de el “Romancero de El Viso”)

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