martes, 27 de octubre de 2009

MELILLA


MELILLA (VII)

Los años miman recuerdos,
envueltos en sedas viejas.
Por sus frágiles urdimbres,
compuestas de finas hebras,
se escampan y se convierten
en cromos de triste niebla,
estampas descoloridas,
difuminadas escenas
que, en las horas del presente,
mil hondas penas, engendran,
locas penas, grandes duelos,
lamentaciones y quejas.

Mas mis recuerdos de ti,
Melilla, amada doncella,
con los días, con los años,
más lúcidos se conservan,
más claras son sus imágenes,
más pasión, en mí, despiertan.

Los años tejen nostalgias,
con los hilos de la ausencia,
con aires de lejanías
que juegan al rueda, rueda.
Las añoranzas se crecen,
se envalentonan, se encrespan
y, en su firme caminar,
te domeñan, te encadenan
y, en su loco poderío,
te regalan negras penas,
locas penas, grandes duelos,
lamentaciones y quejas.

Mas mis nostalgia de ti,
Melilla, amada doncella,
con los días, con los años,
se vuelven aguas serenas,
frescos veneros de amor,
de sosiego y paz eterna.

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