Otra perspectiva del Puerto de Melilla y de la Ciudad Vieja, realizada a témpera, de sutiles recuerdos para nosotros, donde podemos recordar la importante flota pesquera con cerca de un centenar de barcos que dormían en su descanso en la recogida dársena, después de su dura faena, o cuando el mal tiempo la obligaba a permanecer amarrada en este refugio. En este dibujo no se ven los balandros pertenecientes al cercano Club Marítimo, cuyo espigón se enfrentaba al gran Cargadero de Mineral, donde los grandes buques, que para nosotros los eran, engullían en sus bodegas el mineral de hierro procedente de las Minas del Rif para trasladarlo a las costas del Norte y principalmente al País Vasco. Al fondo sí veíamos otro paño de su viejo recinto amurallado y las alturas destacaban construcciones del Pueblo, como la conocida como Torre del Reloj, el antiguo Hospital del Rey, la residencia del Gobernador Civil o las Naves construidas como almacenes, pero que tuvieron usos muy diversos a lo largo de los años. Sin olvidar ese azul llamativo y peculiar de su cielo que lucía en el buen tiempo, que casi era de todo el año.
Recuerdos vivos de juventud de la antigua Rusadir, actualmente Melilla, que mucho ha cambiado a través de los años, para bien, y convertida en estos tiempos en una población llena de encantos, llegando a destacar en su centro como una de las ciudades con más muestras del modernismo en España; conocida igualmente como la ciudad de las cuatro culturas: cristiana, árabe, judía e hindú, que viven en una perfecta armonía con un crecimiento espectacular, con un agradable clima y una gastronomía variadísima, por lo que no es de extrañar que por todos estos aspectos, existan algunas melillenses, entre los que se encuentra de forma destacada el Dr. Antonio García Castillo, que recogiendo el sentir de la población estén continuamente luchando por que sea declarada como ciudad Patrimonio de la Humanidad.
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