SÁBADO, DÍA 11 DE JULIO
QUE LA VENTANA SEA BAJA
Habíamos quedado en viajar hoy hacia Isla Cristina con Rafael y Ramona, después de comer; llegó la hora de la merienda y sin noticias de ellos. A eso de las 8, mi mujer los llama y le dicen que no van porque tienen problemas y este nos lo trasladan a nosotros.
Mi mujer es de ideas fijas y se empeña en que nos vayamos nosotros; yo me resito porque el coche no me gusta, la verdad sea dicha, algunas que otras voces cruzadas, como en cualquier otro matrimonio, y al final me toca ceder.
Confieso nuevamente que me da miedo meterme en la carretera en estos días ya veraniegos y a esas horas, pero de nada me sirve. Una gran tensión para mí en el viajes, que se repetirá a la vuelta; pero no importa.
Luego, también tengo que confesar para ser justo, que lo pasamos bien y tengo que dar gracias a Dios.
Eso sí, lo que me figuraba, mucha gente en la playa, poco veraneo estable este año y la carretera, mi martirio, a reventar. La ventaja es que en esta ocasión la ventana fue bajita.