34.- CARACOL, EL HOMBRE DEL SACO
La Luna me ha dicho,
bajito, temblando,
con mucho misterio
y casi llorando,
que ayer, por la noche,
carretera abajo,
vio con sus ojitos,
al Hombre del Saco,
¡Sí, al Hombre del Saco!
No me metas miedo,
Lunita de nardo,
que en la oscura noche
paso malos ratos,
cuando se aparece,
en mis sueños blancos,
tío Caracol,
el Hombre del Saco,
y quiere llevarme,
en su viejo barco,
a un lejano islote,
feo y encantado,
llenito de monstruos,
de brujas y sapos
y de cosas feas
que asustan un rato.
No me metas miedo,
Lunita de trapo,
que no quiero nada,
ni negro, ni blanco,
de ese personaje
tan sucio y tan flaco,
ni quiero saber
que lleva en su saco,
ni oír sus cuentos,
que me dan espantos,
me roban el sueño,
me dan sobresaltos.
No me metas miedo,
Lunita de barro,
que sabes muy bien
que, ¡Te quiero tanto!,
que todas las noches,
te miro y te canto,
canciones bonitas
del pueblo, del campo,
y con gran amor,
te observo, te hablo
de todas mis cosas,
de todos mis pasos.
Por ello Lunita,
a ti, te demando,
que a mí no me nombres
al Hombre del Saco,
que me pongo mala,
que lloro a destajo
y lleno de lágrimas
mi cama, mi cuarto.
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