viernes, 18 de marzo de 2022

NUESTROS DIBUJOS

                             El dibujo de hoy está dedicado o sirve de recuerdo a todos aquellos que ya somos un poquito más que octogenarios. ¡Cómo nos pasó el tiempo! Mirando hacia atrás, sólo nos quedan recuerdos; menos mal que son muchos, aunque no todos nos sirven de alivio y por eso, generalmente acudimos a los que consideramos buenos.
                            Lo bueno de todo es que, curiosamente, no nos sentimos viejos, aunque lo seamos; porque entendemos que el termino viejo es aplicado a lo ya usado mucho, a lo que ya no sirve para nada y por ello mismo, hay que desecharlo, abandonarlo en el trastero de los olvidos o quemarlo, si es posible, en el fuego de la indiferencia. Mejor es, sentirnos mayores, acumuladores de momentos vividos, acaparadores de experiencias, que en muchos casos suponen una mijita de sabiduría; lo que hizo brotar antaño aquello de que el diablo sabe más por viejo que por diablo.
                            Cuando uno andaba por un octavo, más o menos, de los años vividos hasta ahora, uno no sabía ni quería mirar hacia atrás y la mirada siempre iba al devenir; en estos nuevos aires de la cercana primavera, a los que ya hemos entrado en la "propina" de nuestras vidas, no nos agrada el mirar hacia adelante, porque nos espera la sonriente y paciente "parca", obligándonos a refugiarnos en, como en la canción, el baúl de los recuerdos.   
                            Y nos consuela algo el pensar en los años que aún tenemos y que afortunadamente ignoramos; recordando aquel pensamientos del dramaturgo Alejandro Casona, que nos decía, más o menos, que los años que hemos vivido ya no los tenemos, porque de ellos no podemos alterar ni la más mínima coma; que tan sólo tenemos y podemos contar con los que nos quedan por vivir, que nadie aquí en la Tierra sabe la duración de ellos.


                            Fijos y sin ninguna prisa, con la mirada puesta en aquellos relojes antiguos con cadena dorada y tapas, dejando pasar el tiempo y sin decir palabra. Uno cándidamente se pregunta: ¿La hora de qué y para qué?



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