139 .- ¡QUÉ VERGÜENZA, DIOS MÍO!
¡Qué vergüenza! ¡Qué me guste
a ratos, soñar despierto,
inventar miles historias,
volar, como vuela el viento,
acariciar con mis manos
las llagas del universo
y sorprender a la luna
con sus amores secretos!
¡Qué vergüenza! ¡Qué desprecie,
en el hombre, su intelecto,
cuando babea maldades,
cuando despierta los miedos
y, endiosado, muere, mata,
de los ajeno, se hace dueño,
y sus miserias esconde
en fosas de ricos muertos!
¡Qué vergüenza! ¡Qué me guste
rezar unos "Padres Nuestros",
oír cantos gregorianos,
hablar con Dios, en silencio,
celebrar la Navidad
como se hacía, hace tiempo,
con pandereta, zambomba y...
que no falte el Nacimiento!
¡Qué vergüenza! ¡Qué no quiera
sermones de tiempos viejos,
oír hablar de castigos,
oír hablar del infierno,
escuchar necias palabras,
estandartes de los cleros,
pilares de fanatismos,
que los hombres padecemos!
¡Qué vergüenza! ¡Qué me agrade
contar historias y cuentos,
recordar ido pasado,
resucitar los recuerdos,
escribir vividas páginas
de mis vivos, de mis muertos
y despertar cada día,
entre sonrisas y versos!
¡Qué vergüenza! ¡Qué desprecie
obras de arte moderno,
que mis ojos no comulguen
con tales experimentos,
retablos de maravillas
para bien vivir del cuento,
para ocultar la pobreza
de muchos grandes maestros!
¡Qué vergüenza! ¡Qué me guste
pregonar lo que yo siento,
que tengo un alma sencilla,
que me agrada ser de pueblo,
que familiares y amigos
son mi mejor argumento,
y que río, canto, lloro
y amo, sin ningún complejo!
El Viso del Alcor, 16 de Septiembre de 2022
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