Domingo, 3 de febrero de 2019.
A 110 días…
UNA VUELTA POR EL CINE ESPAÑOL
Como cocinero poco experto manifiesto que
las “carnes” me gustan “vuelta y vuelta y fuera”, y con el cine me ocurre otro
tanto de lo mismo. Advertencia necesaria antes de meterme en el meollo de la
Gala de los Goya del Cine Español.
A los sevillanos, de nacimiento o de
adopción, se nos tacha de hiperbólicos, exagerados y ampulosos en nuestras
manifestaciones lingüísticas sobre cualquier tema, nimio o transcendental. Y
para no ser menos, antes de enredarme en comentarios sobre Los Goya, me
declaro abiertamente culpable de los pecados de enfático, facundo, campanudo y rimbombante
comunicador. Recomiendo, por ello, no me echen mucha cuenta.
Del
cine español poco que decir, ya que como muchos españoles, afiliados al “comodismo
hogareño” preferimos el sillón casero a la butaca de platea a la hora de ver y
disfrutar del cinema. El Cine, Cine, hace tiempo desapareció de mis
obligaciones cotidiana o lo que es lo mismo, no voy al Cine desde que era “pequeño”
y ha tiempo de ello. De la Gala de los Premios
Goya, si puedo decir algo más, pues tuve la osadía y valentía de tragármela de
principio a fin. ¡Premio al caballero audaz!
Para este modesto criticón, empezó mal la
“cosa”, con unos presentadores poco afortunados que, en esta tierra de María
Santísima, no gustan mucho por moverse demasiado descarados en el terreno de
los “graciosillos”, de los que quieren ganarse al respetable, con comicidades
baratas, sin chispas, ni duende. A la mitad, la Gala, seguía lánguida, aburrida,
sin remontada, y al final, el desmadre, la improvisación y el no saber como poner
broche de oro a una festiva noche para olvidar. Las intervenciones de los
galardonados, pobres, paupérrimas, y los intentos de “politizar” la noche
quedaron huecos y vacíos de contenidos. El “relleno” del espectáculo, pobre del
todo. Creo que el Cine y sus gentes tienen saber para convertir esta noche en gesta
inolvidable, si se olvidan de alfombras rojas, de los “oscar” y de otras
influencias nocivas de los mal llamados “grandes”.
Por carecer de conocimiento, de los Premios y galardonados,
prefiero callar, aunque cierto tufillo de sentimentalismo, sensiblería y
ternura (no sé si buenos, malos o regulares caminos para premiar) se notaron en
el aire de la sala.
Asientos vacíos. La sala ¿Demasiado grande
para el CINE?
Y… Sevilla, ¿Qué? ¡Una gran oportunidad perdida!
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