18 .- ¡BUENAS NOCHES, "PILARICOS"! ( I )
¡Buenas noches, "PILARICOS"!
En la sociedad nuestra, la que nos ha tocado vivir, la abundancia siempre parece, salvo raras excepciones, síntoma del buen vivir. Claro que, en este caso es la subsodicha excepción vuestra natural abundancia.
Abundancia de miseria en primer lugar, tercermundismo visueño, porque cuando pasamos por los alrededores de vuestro hogar, cercano al Campito que nos sirve a nosotros de refugio grato durante el
estío, es fácil ver en vuestro porche, si se le puede llamar así, una bañera, que sirve de abrevadero para vuestros famélicos animales, casi oxidada en toda su totalidad, junto a los excrementos de ruidosas gallinas que viven en absoluta libertad, hasta un par de vacas que dormitan en este caluroso estío, espantando perezosamente las moscas con su rabo o paja empacada junto a una vieja mula que rebuzna de aburrimiento o de cansancio por arrastrar desde hace miles años, para ella, un desvencijado carrito verde que se lamenta chirriando por todos ejes y una multitud de pequeñajos casi desnudos, vestidos de costra de muchos días, curtidos de sol, de aire y mugre de abandono, que son millonarios de todo, porque no carecen de nada y cada vez desean menos.
¡Buenas noches, "PILARICOS"!
Astutos a la fuerza, con la sabiduría del ratón, condenados al trabajo desde vuestra niñez, pícaros inocentes de sonrisas sin dobleces, tímidos y desconfiados, viejos anticipados, desheredados de nuestra sociedad, amigos de los animales a los que conocen por su nombre, pegados a la tierra ajena que pacientemente y sin prisas, con vuestro sudor y frío, las vais haciendo propia, filósofos de terribles incomprensiones y desprecios, parcos en palabras, insensibles a la tiranía, analfabetos casi hasta vuestra muerte.
¡Buenas noches, "Pilaricos"!
Ojalá que durmáis en paz merecida.
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