220 .- EL FABRICANTE DE SUEÑOS
CAPÍTULO TERCERO
Siempre óbolo me otorgaba
jovn de rostro muy bllo,
que dulzura me hablaba
en el atrio de aquel templo,
aunque sus ojos no vieran
porque ellos estaban ciegos,
deseándome venturas
para que dejara aquello.
A veces yo le entregaba,
sin que ella pudiera verla,
delicada flor cogida
en los jardines sin dueño,
donde silvestres crecían
sin conocer jardinero,
para delicia de todos
y del pobre pedigüeño.
que se tornaba más bello,
oliendo sutil aroma
y al rozarla con sus dedos.
Así transcurría mi vida,
en aquel mágico sueño.
Las damas que le escuchaban
con embéleso sincero,
no osaban el pestañear
ni transmutar el aliento,
sólo suspiros escapan
repartidos en el tiempo.
Aquella joven un día,
para mí, de crudo invierno,
desaparece por siempre
y es enorme mi tormento,
ni siquiera me conforma
que me entreguen los dineros,
sin querer la convertí,
pobre de mí, pordiosero,
en la niña de mis ojos,
para darle los míos, luego.
El Viso del Alcor, 28 de Junio de 2024
No hay comentarios:
Publicar un comentario