Entrega
nº 4
75 años después de su estreno en
España, año 1944, pero no en dibujos animados, sino con personajes reales y
gracias a Tim Burton, vuelve a nuestras grandes pantallas, si el Covid no lo
impide, la historia del elefante de las orejas enormes y encantador, como lo
fue DUMBO.
Tim Burton no ha conformado un film calcado
del largometraje que construyera Walt Disney en 1941; pero no por ello su
película ha perdido su esencia y estamos convencidos de que en muchas de sus
escenas se nos encogerá nuestro corazón al contemplar las peripecias de este
animalote, la mar de simpático, que con sus orejas grandotas llegó a volar y
bien dirigido por su conciencia, como la que Pinocho encontró en Pepito Grillo,
personalizada en Timoteo.
No estarán ahora el quinteto de cuervos
cantores, porque seguramente el cineasta estadounidense tendrá el propósito de
hacer su obra lo más real posible y difícil sería encajar en ella un coro de
aves.
Difícil sería también eliminar del todo
al citado Timoteo, al que quitándole su protagonismo lo rebajó a ser la mascota
de dos niños, pasando casi desapercibido, y que son los que ayudan y animan
cada día en el circo a Dumbo.
Lógicamente tampoco dio vida a la
escena en que aquel Dumbo se emborrachaba al beber agua en donde se derramó una
botella de champán, en la que con sus ojos claramente desorbitados y haciendo
chiribitas contemplan aquel llamativo desfile de elefantes rosas de estilo
Daliniano, que para eso los diseñó, y que asustaban un mucho a la gente menuda
y pensando, digo yo, que no sería nada grato
en lo real ver embriagado al divertido animal.
Y el tierno encuentro final de la madre
encadenada en el vagón del tren y meciendo a su pequeño con su trompa mientras
le canta la canción: “Hijo del corazón”, sin poder verlo, no llega a
producirse; aunque si se oye interpretada por una de las artistas del circo.
Para darle más realismo al film, Tim
Burton suprimirá esa bandada de cigüeñas que en el principio surcan los cielos,
portando saquitos de recién nacidos, en una de las cuales viajaba el bebé Dumbo
para dar la mayor alegría a su señora madre y esta daría a luz después de
tenerlo en su vientre.
Sin embargo, no se olvida de Casey Jr,
el mítico tren, y en principio aparece un sonriente ejemplar, sonando la
canción de “Podré subir”, pero sin voz.
Habrá que ver, sin duda y cuando el Covid
nos lo permita , esta recreación y como en este mágico mundo no faltará nunca
la ilusión y marcado por la niñez que uno lleva dentro de su ser desde que nos
hicimos bien mayores de verdad, nunca olvidaremos al DUMBO de nuestra infancia,
al que veíamos con ojos de niños, como algo muy real.
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