sábado, 7 de noviembre de 2020

En tiempo de PANDEMIA

 Entrega 6. Escrito 18

Y LA VIDA EN ESPAÑA SIGUE IGUAL

      Mis paseos playeros y tempraneros (a las 7 de la mañana, todavía cerrada noche) dan mucho para inventar cavilaciones o meditaciones de todo tipo. Un batiburrillo de estas reflexiones son mis compañeros de viaje en este gozo andariego.

     Sin proponérmelo, desordenados, a veces, encontrados entre sí, o hermanados, van apareciendo en mi mente estas cavilaciones que, a base de repetirse, van formando cuerpo para posteriores escritos.

     Por “culpa” de estas silentes meditaciones, el paseo se hace más grato y entretenido y, en ocasiones, me parece que me “salgo” o me “ausento” del paseo y, brevemente extasiado, “floto” en una curiosa y llamativa “nada”. Miedo o cierta preocupación menor, se adueñan de este abstraído caminante que, en un instante imperceptible, vuelve a la realidad, ajeno a toda ensoñación.

    Hoy, como en otras ocasiones, los duendes de esta España denostada y maltratada, se hicieron dueños de mis cávalas y pensamientos aparecidas en el paseo, más corto que de costumbre por la fuerte brisa, no sería correcto llamarlo viento de poniente.

     La NOTICIA de hoy, de momento, es que, no hay noticia para destacar, para escribir sobre ella, o mejor sería, escribir que, todo sigue igual en esta España nuestra. Sigue igual de mal, seguimos sin ver las luces al final del oscuro y sombrío túnel donde nos encontramos. Los indicadores sanitarios, económicos y políticos son iguales de malos que los de ayer, antes de ayer y de hace unos pocos de días, semanas y meses. Los parlamentarios, los senadores, los funcionarios públicos, los pensionistas, los gobiernos nacionales y autonómicos, muchas empresas y autónomos, los “parados” y algunos que otros espabilados, seguimos de vacaciones. A los turistas se les ha negado que vengan a España y a los españoles que salgan a otros países. El panorama es desolador y más negro que el carbón. La incertidumbre sobre el comienzo del curso escolar planea, de mala manera, sobre nuestras aturdidas cabezas. La deuda pública nos anuncia quiebra total. Los funcionarios y pensionistas vivimos con la certeza de una segura reducción o congelación de los salarios, mientras los políticos permanecen “inalterados”. El paro va camino de alcanzar cifras astronómicas, poco halagüeñas para la marcha de este país nuestro. El coronavirus sigue haciendo de las suyas. El sr. Iglesias, con la aquiescencia del sr.  Sánchez, sigue “mandando” en España, sin “divorcio” a la vista. No terminaríamos nunca, por falta de tiempo y espacio, de enumerar los males de esta España que tanto queremos algunos, no todos, españoles. Podrán, si lo desean, adscribirme en el bando de los “pesimistas” y lo harán acertando en mi ubicación. He intentado, más de una vez, afiliarme al bando de los optimistas. Fallidos intentos marcan mi sino de fracasado. Con el tiempo, si las cosas siguen así de mal, con los dedos de las manos podremos contar a los optimistas.

     Para cumplir con mi tarea diaria, en un salto acrobático, me pasé de los paseos a las noticias, sin noticias, con la estimada colaboración de mi ordenador portátil, compañero inseparable de mis andanzas literarias o periodísticas.

     Mañana será otro día, para practicar, a la par, “andanzas” y escrituras, ambas, “medicinas” muy estimadas para mi cuerpo y mi espíritu.


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