jueves, 5 de noviembre de 2020

En tiempo de PANDEMIA

 Entrega 6. Escrito 15

¡AL PAN, PAN Y…

      Sin apenas darnos cuenta nos estamos volviendo algo (bastante) “modositos”, “pamplinosos” o melindrosos a la hora de llamar a las cosas y a los hechos por sus nombres de siempre. No hace falta osadía o atrevimiento para llamar al pan, pan y al vino, vino.

     Al margen de la “inclusividad lingüística” de algunos políticos de la izquierda izquierdosa, cuyo lenguaje deja mucho que desear y que no merece la pena comentar y, mucho menos, imitar, son muchas las ocasiones en que no somos claros a la hora de nominar y llamar a las cosas por sus nombres de antes, de ahora, de siempre y, seguramente, de un mañana cercano. Del futuro es mejor no aventurarse ya que el lenguaje es claro sujeto de grandes y abundantes “alteraciones”.

     El dicho de: “al pan, pan y al vino, vino”, es una clara incitación para no hacer de lo blanco y de lo negro, novedosos grises que, con intención o sin ella, nos aburren y algo nos molestan. En la actualidad son muchos los “académicos” de pacotilla, osados mutantes de términos hablados y escritos por otros sencillamente inadecuados, improcedentes y bastante cursis.

     No me parece oportuno llamar al LADRÓN, “PRESUNTO”, aunque lo hayan cogido con la mano en la masa, hasta la celebración de juicio; o APROPIACIÓN INDEBIDA a lo que siempre hemos llamado y considerado como ROBO descarado. Otro ejemplo que podíamos considerar inapropiado es el llamar GAY al MARICÓN, término que, desprovisto de su carga peyorativa, usamos, ocasionalmente, con manifiesta afectividad. “¡Qué MARICÓN eres/es!” o “¡Qué MARICONAZO eres/es!”. No me parece apropiado llamar VIOLENCIA DE GÉNERO al ASESINATO puro y duro de una mujer. Otros ejemplos de innovadora intencionalidad de arrinconar o acabar con algunos vocablos, sustituyéndolos por otros considerados modernos y de bendecida actualidad, son, entre otros, NIKI, hoy, nominado POLO; ALCUZA, bonito nombre árabe, sustituido por ACEITERA; ESCABEL, al que llamamos  BANQUITO; EMBEBER, cambiado por ABSORBER; nadie o casi nadie utiliza el término ALFORJA, hoy casi olvidado, empleamos el corriente nombre de TALEGO, donde guardamos el poco dinero que nos va quedando después de tantas crisis; BARAHUNDA más fácil nos resulta llamarlo ALBOROTO; PICOS, desaparecida manera de llamar al resto de DINERO que no llega a la unidad; REFAJO, FALDA para encima de las enaguas, hoy en desuso; TAÑER, en su lugar, TOCAR un instrumento musical; TOQUILLA, hoy, PRENDA de abrigo; TROJE, a puntito de desaparecer, usamos GRANERO; ZAGUAN, poco empleado, ENTRADA en  las casas antiguas de los pueblos y un largo etcétera de vocablos en desuso, algunos a punto de desaparecer y que, este modesto escribano, acabaría bastante apenado por la desaparición de los citados anteriormente y de otros muchos, olvidados y marginados por el pueblo, sin  merecerlo.

     Bonito sería que, en solitario o en grupo, tratáramos de recuperar, de rescatar del olvido, tantas bonitas y expresivas palabras que dejamos de usar, sin saber por qué. La modernidad, unas veces, la comodidad, otras, y el mal uso del lenguaje, de los jóvenes y algún que otro listillo que, en su PÍRRICA, ECONÓMICA y DESAPROBADA manera de comunicarse con sus CONGÉNERES, nos están conduciendo al empobrecimiento parcial de la sin par LENGUA CASTELLANA o ESPAÑOLA que, tanto monta, monta tanto, al nominar este UNIVERSAL y PRECIADO BIEN.

     Sin prejuicio, sin obsesión, sigamos llamando al PAN, PAN y al VINO, VINO.



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