Entrega 6. Escrito 15
¡AL PAN, PAN Y…
Al
margen de la “inclusividad lingüística” de algunos políticos de la izquierda
izquierdosa, cuyo lenguaje deja mucho que desear y que no merece la pena
comentar y, mucho menos, imitar, son muchas las ocasiones en que no somos
claros a la hora de nominar y llamar a las cosas por sus nombres de antes, de
ahora, de siempre y, seguramente, de un mañana cercano. Del futuro es mejor no
aventurarse ya que el lenguaje es claro sujeto de grandes y abundantes
“alteraciones”.
El
dicho de: “al pan, pan y al vino, vino”, es una clara incitación para no hacer
de lo blanco y de lo negro, novedosos grises que, con intención o sin ella, nos
aburren y algo nos molestan. En la actualidad son muchos los “académicos” de
pacotilla, osados mutantes de términos hablados y escritos por otros sencillamente
inadecuados, improcedentes y bastante cursis.
No
me parece oportuno llamar al LADRÓN, “PRESUNTO”, aunque lo hayan cogido con la
mano en la masa, hasta la celebración de juicio; o APROPIACIÓN INDEBIDA a lo
que siempre hemos llamado y considerado como ROBO descarado. Otro ejemplo que
podíamos considerar inapropiado es el llamar GAY al MARICÓN, término que,
desprovisto de su carga peyorativa, usamos, ocasionalmente, con manifiesta
afectividad. “¡Qué MARICÓN eres/es!” o “¡Qué MARICONAZO eres/es!”. No me parece
apropiado llamar VIOLENCIA DE GÉNERO al ASESINATO puro y duro de una mujer. Otros
ejemplos de innovadora intencionalidad de arrinconar o acabar con algunos
vocablos, sustituyéndolos por otros considerados modernos y de bendecida
actualidad, son, entre otros, NIKI, hoy, nominado POLO; ALCUZA, bonito nombre
árabe, sustituido por ACEITERA; ESCABEL, al que llamamos BANQUITO; EMBEBER, cambiado por ABSORBER;
nadie o casi nadie utiliza el término ALFORJA, hoy casi olvidado, empleamos el
corriente nombre de TALEGO, donde guardamos el poco dinero que nos va quedando
después de tantas crisis; BARAHUNDA más fácil nos resulta llamarlo ALBOROTO; PICOS,
desaparecida manera de llamar al resto de DINERO que no llega a la unidad;
REFAJO, FALDA para encima de las enaguas, hoy en desuso; TAÑER, en su lugar, TOCAR
un instrumento musical; TOQUILLA, hoy, PRENDA de abrigo; TROJE, a puntito de
desaparecer, usamos GRANERO; ZAGUAN, poco empleado, ENTRADA en las casas antiguas de los pueblos y un largo
etcétera de vocablos en desuso, algunos a punto de desaparecer y que, este
modesto escribano, acabaría bastante apenado por la desaparición de los citados
anteriormente y de otros muchos, olvidados y marginados por el pueblo, sin merecerlo.
Bonito sería que, en solitario o en grupo, tratáramos de recuperar, de
rescatar del olvido, tantas bonitas y expresivas palabras que dejamos de usar,
sin saber por qué. La modernidad, unas veces, la comodidad, otras, y el mal uso
del lenguaje, de los jóvenes y algún que otro listillo que, en su PÍRRICA,
ECONÓMICA y DESAPROBADA manera de comunicarse con sus CONGÉNERES, nos están
conduciendo al empobrecimiento parcial de la sin par LENGUA CASTELLANA o
ESPAÑOLA que, tanto monta, monta tanto, al nominar este UNIVERSAL y PRECIADO
BIEN.
Sin prejuicio, sin obsesión, sigamos llamando al PAN, PAN y al VINO,
VINO.
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