sábado, 7 de noviembre de 2020

En tiempo de PANDEMIA

 Entrega 6. Escrito 19

HACER DAÑO POR HACERLO

     Durante cuarenta años ejercí como Maestro de Escuela, tiempo más que suficiente para conocerme y conocer a bastantes mortales que realizan negativas acciones, pequeños actos delictivos o daños al prójimo, sin explicación de ninguna clase y sin necesidad, solo por divertimento, por salvajismo o por otras razones difíciles de entender.

      En Costa Ballena, donde parece que el nivel educativo y económico de los residentes debe ser alto, comparado con otras zonas marginales del país, con lo que podemos eliminar a grandes sectores de la población que, por falta de educación y muy débil economía, es comprensible, aunque no aprobadas, acciones que se apartan de lo normal, que no sirven para nada, que no benefician a nadie y que, al final de todo esto, crean indefensión en los ciudadanos.

     El tema elegido para ser comentado por este modesto escribano carece de actualidad para la mayoría de mis paisanos “balleneros”. Hasta podía parecer una frivolidad con lo que nos está cayendo encima. Pero para el “doliente”, en este caso el que escribe, es lamentable y de sobrada actualidad. El pasado lunes, al coger el coche aparcado frente a la cochera de la Residencia Bahía de la Luz, donde tengo un apartamento, descubro que el espejo retrovisor izquierdo, cuelga destrozado, machacado, sin ninguna señal de golpe en el vehículo, por lo que deduzco que algún “gracioso”, para no aburrirse, destapó su frasco de mala uva y la descargó sobre el inocente vehículo. Tenía cita para unos análisis clínicos, con cuidado y la atención recomendable, nos desplazamos sin dejar de acordarnos del “cobarde” que, con nocturnidad y alevosía, nos eligió, sin conocernos, para satisfacer sus malas intenciones. ¡Pobre demente!

     Hace unos días han iluminado todo el paseo litoral de Costa Ballena con modernas farolas. El motivo de tal actuación es que, estos “valientes personajillos” habían acabado, a patadas limpias, con casi todas las luminarias de suelo existentes en el citado paseo. Cabe preguntarse, si esto ocurre en una de las mejores urbanizaciones de la costa andaluza, con su preceptiva empresa de seguridad, qué puede ocurrir en lugares deprimidos, en suburbios, en cerrados bunker, en barriadas abandonadas, en inhumanos arrabales, en los mundos de la droga y en un largo etcétera de negada supervivencia.

      Lo mío se arregla con unos cientos de euros. Lo demás es negra historia imposible de arreglar.

     Existen medicinas para sanar casi todo, inventada y fabricada, negocio aparte, por el hombre. ¿Podrá, este hombre u otro capaz de acabar con todo o parte de aquello que huele a maldad?

     Soñar no cuesta, pero no dudemos en que el azar nos puede elegir en sus “fechoría” menores o mayores, como protagonista.

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