viernes, 2 de octubre de 2020

En tiempo de PANDEMIA

Entrega 3, Escrito 5

JUGUEMOS A CORTAR CALLES

     Peligroso juego es éste, de cortar calles y, al tiempo, prohibir el paso a los vehículos y viandantes, niños, mayores, ancianos, blancos, negros, azules, rojos, vestido como les de la real gana, con banderas o sin ellas, sonoros o silenciosos, con motivaciones o sin ellas, con premeditación y alevosía.

    Se pueden cortar calles por miles de motivos legales, que son comprendidos, necesarios y aceptados. Lo que no queda tan claro es la prohibición de transitar por ellas.

    Me pregunto, con clara ingenuidad, para qué se hicieron y se hacen las calles y, con la misma candidez, me respondo, para hollarlas, para circular por ellas, para disfrutarlas y pare usted de contar. Casi nunca para cerrarlas, para condenarlas a su no uso, para convertirlas en espacios prohibidos o reservados para unos “elegidos”, en detrimento del vecindario castigado por “travieso”. 

    Pienso que ya van hilando el tema y descubriendo a que calle del reino de Galapagar me refiero en este, que sé yo, escrito de inservible protesta y desahogo, donde mora un matrimonio de ministros del reino de España y sus descendientes. Ministros que reciben una buena pasta como cargos y cargas públicas. ¡Vivir para ver y vaya chollo!

    Aquel que manifestaba, con la boca grande, que se crecía y se subía de tono, cuando veía como una agresiva turba pateaba a un agente de la autoridad. Hoy es “protegido” por compañeros de aquellos “pateados”. ¡Vivir para ver!

    Aquel que, en multitud de ocasiones, manifestó que, si un trabajador recibía un sueldo de mil euros, él, por moralidad y por ejemplaridad, no podría aceptar un sueldo de más de cuatro mil €. Hoy, la susodicha pareja recibe mensualmente alrededor de 17 mil €. Otra vez se me escapa aquello de ¡Vivir para ver!

     Aquel que quería vivir junto a sus camaradas en barrio del “proletariado”, en cuanto se le presentó la oportunidad de “volar” a territorio de “pudientes”, la aprovechó el desmemoriado líder de “podemos”. Y de nuevo lanzo a los aires el ¡Vivir para ver!

     Aquel que, en actitud chulesca, envalentonado y subido de tono, se arrogaba el ser el mando único en el tema de las residencias de mayores donde la muerte hacía su agosto y que, con olvido y cobardía, no visitó ni una de ellas para “arreglar” sus muchos problemas, se atrevió con descaro de impresentable a acusar a otros y otras de su inacción y falso compromiso. Sigo con mi ¡Vivir para ver!

     Aquel maleducado que socarrona y despectivamente invitaba a un adversario político a “cerrar la puerta, al salir” por no estar de acuerdo con su obsoleta ideología, y a la honrosa hora de las disculpas actuó, como casi siempre, como un trilero. Hoy duerme tranquilo y a gusto en su palacete de Galapagar, regalándole el no dormir a su jefe Pedro.

     Aquel que empieza a creerse que es el amo y gran señor de  todo el territorio  español, es el villano que corta calles, que pide garitas para los guardias civiles, que necesita policías de élite para proteger a él y a sus hijos,  que nadie puede acercarse a la fachada de su vivienda, que le molesta el pueblo facha y  la casta, que no le gusta la roja y gualda ni el rey, y más “cositas secretas”, es el irresponsable IGLESIAS. Y de nuevo ¡VIVIR PARA VER! Sería bueno para España y para los españoles que se marchara, acompañado de sus adláteres, a su querida Venezuela. No se olvide de su lugarteniente Echenique, de su representante Monedero y de su aprovechado, no aprovechable, Garzón y algunos que otros compañeros de viaje. Las CALLES se lo agradecerán.



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