Entrega 6. Escrito 3
DIVORCIO, YA
Un
divorcio a tiempo es bueno y no espere a que los trastos vuelen sobre las
cabezas de ambos dos, con sus correspondientes daños físicos, mentales y
políticos.
Y
no es que tengamos algo contra el sr. Iglesias (Nombre que no le acompaña) es
él, el que tiene problemas con todo bicho viviente incluso con los suyos que,
con pasmosa habilidad, trata de domesticar y mantener, para siempre, en el “sí
Wana”.
Los que le avisamos no somos traidores, como dice el popular dicho,
somos paisanos que vemos a diario como el tal sr. Iglesias, le pone los cuernos
cuando se le antoja y usted sr. Sánchez nunca se queja. Esto de los cuernos es
peligroso y bastante feo y una vez encornado el título de “cabroncete” no hay
quien se lo quite. Piense usted, sr. Sánchez, ahora que está de vacaciones, por
cierto, en un modesto palacete, en la sin par isla de Lanzarote que regalaron
al que usted acaba de echar de España, el rey emérito Juan Carlos, y que el
mismo, donó al patrimonio nacional, para que usted pudiera, acompañado de su
familia y amiguetes, veranear a lo grande en ese modesto enclave canario.
Vueltas que da la vida o la vidorra. Menos mal que, en el tiempo y horas que
duren las vacaciones, nos dejó al frente de España a la incombustible sra.
Calvo, adalid de las continuadas meteduras de patas, no intencionadas, sin
querer, como dicen los niños en sus infantiles juegos.
Volviendo al divorcio, estoy seguro de que, usted, sr. Sánchez, saldrá
ganando y con tiempo suficiente para quitarse de encima su ostentosa
cornamenta. El que perderá, con seguridad, será el sr. Iglesias que tendrá que
volver al infierno de los no poderosos, allá, donde desde hace tiempo ya no
atan los perros con longanizas, aunque, eso sí, manteniendo sus “cortos”
sueldos de pareja y su casita de Galapagar. Más vueltas que da la vida o la
vidorra política, sr. Iglesias.
Quién nos iba a decir a nosotros, católicos y apostólicos que,
nos encontraríamos pidiendo que se rompiera
un matrimonio que Dios ató para siempre ¡Vaya tela! Quién nos iba decir a
nosotros, españolitos de a pie, que suplicáramos a todo un presidente, que se
separara de su pareja ¡Qué bochorno! Quién
nos iba a decir a nosotros, patriotas de pro, que terminaríamos defendiendo la
monarquía frente a la casposa izquierda. Quién nos iba a decir a nosotros,
defensores de la unidad de España, que viviríamos el intento separatista de
Cataluña. Sr. Sánchez “la cosa” se le está poniendo dura y difícil. Quién nos
iba a decir a nosotros, sanos como peras, que viviríamos una descomunal
pandemia. Tiene guasa el bichito chino. Y quién nos iba a decir a nosotros,
amantes de los lentos y babosos caracoles, que viviríamos tantas y tantas
aventuras y desventuras de una tacada.
Y
para terminar una pertinente o impertinente recomendación: Sr. Sánchez,
DIVORCIO, CON MAYÚCULAS, YA.
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