Entrega 4. Escrito 20
LOS REBROTES, EL CUENTO DE NUNCA ACABAR.
Soy octogenario, maestro de escuela jubilado, siempre defendí a la
mayoría de los jóvenes de nuestro país. Hoy, con el crecimiento de los rebrotes
de contagiados de coronavirus, propiciados en su mayoría por los jóvenes en sus
absurdos e irresponsables comportamientos festivos, alejados de las mínimas
normas sanitarias de defensa contra la covid-19, dudo en hacerlo y en lugar de
defenderlos, tendremos que defendernos de ellos, sobre todos los que estamos en
vanguardia de los posibles afectados, aunque de seguir así, ello no nos sirva
para nada y, al tiempo, que nos pille confesados y con todos los sacramentos al
día.
¡Cómo se puede ser tan alcornoque, imprudente e irreflexivo, dispuesto a
olvidar el valor de la vida! ¡Cómo se puede caer en el absurdo de cambiar un
trozo de vida joven por un breve rato de diversión o por un exceso de bebidas
alcohólicas y, ocasionalmente, algún que otro “porrito” o similares, engañosos sucedáneos
pasajeros del bienestar! ¡Cómo se sentirán de orgullosos algunos de estos
“merluzos”, contagiando al inocente prójimo, casi siempre amigo o familia! ¿Quiénes
dictan y proponen morir con las botas puestas o morir matando en esta carrera
de locos? ¿Qué jóvenes se apuntan enloquecidos al juego de la ruleta rusa,
añadiendo a sus penurias de paro, de ninguneo y de olvido, una amplia lista de
contagiados y muertos? Sigamos así y terminaremos sin mayores viejos y sin
jóvenes. ¡Bonita estampa de desesperados y desesperanzados!
Parece ser que, solamente la sanción y el encierro en casita, son los
caminos de acabar con este desmadre colectivo que preocupa más de lo que se
cree a los muchos españoles de bien, cumplidores, sin ambages, de lo que dicta
la razón, el bien ajeno y el propio.
Parece ser que a los que mandan en este país nuestro les viene grande y
bien grande el coronavirus y sus consecuencias; les basta con culparse unos a
otros y otros a uno, en el pobre juego de lanzar a la cara del prójimo, cual
deshinchado balón, los contagiados y los muertos del día, de la semana y del
tiempo ya larguísimo en que apareció, como por arte de magia, este bichito
chino.
Casi todas las cosas humanas gozan de un retorno, de un ir y volver, de
una ida y venida, de un llegar y un regresar. El coronavirus, aprendió pronto
de los humanos estos capciosos caminos. Hoy nos toca retroceder, volver a los
principios y ello no tiene ninguna gracia. Algunos, por desgracia, siguen
pensando que “esto”, el bichito es y sigue siendo una gripe más. ¡Qué
equivocados están estos “mendrugos”, estos listillos de turno, estas mal
pensantes cabezas de chorlitos!
O
nos tomamos en serio el tema o estamos abocados al fracaso colectivo, al
padecimiento merecido y al volver a empezar con la desgracia ya vivida hace
nada y nunca superada.
¡Cuidado con la covid-19, vulgarmente, coronavirus o el bichito chino!
En Cádiz, por la subida de su equipo a la primera división del fútbol español. Un mal ejemplo.
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