Entrega 5. Escrito 1
LOS APLAUSOS DE LA VERGÜENZA
La
vergüenza ajena se disparó con tanto aplauso de guasa,
de miserere y estropajo y de pena gorda
lorquiana, interpretado por los preclaros “querubines” del gobierno, por el
coro del que manda, Don Pedro Sánchez, el guapera, que llegó a presidente por rocambolesca
y pura chamba, porque a los hados pilló dormidos o de grande borrachera.
Hoy se presenta el gachó como palmero de fama, como rey de lo imposible
y como salvador de España. Veremos más adelante como se porta su compañero del
alma, el Pablo Iglesias, el coletita de marra, el que dice una cosa y hace otra
diferente y no se le cae la cara, porque vergüenza no tiene, por muy temprano
que se levante.
El
horno no está para bollos, algunos milagros fata hacen para salir victorioso de
nuestro desaborío drama. Drama trágico, sin paliativos, sin calmantes, aunque
los euros de Europa lleguen para rescatar a España, de la quiebra que padecemos
y que asusta al mismo lucero del alba, a los tirios y troyanos, a béticos y
palanganas y a los que sufren por todo y a los que no sufren nada.
¡Cuánta tela hay que cortar queridos cantamañanas! Haciendo de lo
imposible, posible, como si nada hubiera pasado y vivir con dignidad que nos
hace mucha falta.
Dejaos de aplausos opacos, sordos de gran matraca y poneos pronto al
curro no vaya a ser que haga falta. No penséis en el hombre del frac, dejad las
cuentas bien claras, que, en Europa no son tontos y si dan algo, algo reclaman.
A ver, con expectativas, cómo y quién reparte la tarta, quiénes sacan grandes
tajadas, los de la rosa, los morados, los de la gaviota perdida, los vascos,
los nacionalistas, los proetarras o las huestes catalanas. Los demás a esperar
para recoger migajas, que así se hacen las cosas en este reino de papanatas.
Aplaudir cuanto queráis, amigos del que aquí manda, aplaudir “pelotas”,
contentos y “descosíos”, que pronto han de llegar las lágrimas y, cuando ello
ocurra, no huyáis como las ratas, comportaos como hombres que aman a esta
España de todos, toquen o no toquen las palmas.
Palmas que suenan a
nada, a entreguismo y peloteo de no muy buenas marcas
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