Entrega
1, Escrito 14
APENAS,
SIN DARNOS CUENTA
¿QUÉ
NOS ESTÁ PASANDO?
Se
acabaron las mortajas,
los
ataúdes, los llantos,
enmudecieron
las voces,
los rezos, los sacros cantos.
Derramaron
los cipreses,
en
los viejos Campos Santos,
negras
lágrimas de plomo,
sobre
los blancos sudarios,
sobre
los cuerpos sin vida,
de
muchos pobres hermanos
que,
sin querer, dormidos,
buscan solar de descanso.
Se
acabaron las plegarias,
las
rogativas, los salmos,
las
sonoras despedidas,
los velatorios sagrados.
La
aciaga realidad,
dama
de sutil engaño,
jugó
con clara ventaja,
frente
al hombre descuidado,
reyezuelo,
en mala hora,
perdido
y desesperado,
escogido
por la Parca,
en mes y año señalados.
Dios
de la Tierra y los Cielos,
di
¿Qué nos está pasando?
Grandes
han de ser las culpas,
mayores
nuestros pecados
para
padecer castigo,
gigantesco
descalabro,
que
al mundo tienes contrito,
cabizbajo
y acobardado,
perdido
entre las miserias
del pobre género humano.
Si
hemos de buscar culpables
del
fatal desaguisado,
mirad
de frente, a los ojos,
a
gerifaltes y mandos,
a
aquellos que, por su bien,
al
infierno nos llevaron,
con
ropajes de inocentes
y alba alma de derrotado.
Se
acabaron las mortajas,
los
ataúdes, los llantos,
enmudecieron
las voces,
los
rezos, los sacros cantos,
y
nunca volverá a ser
como los tiempos de antaño.
Y
nacerán nuevos hombres
en
paraísos soñados,
en
utópicos balcones,
entre
inútiles aplausos.
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