sábado, 19 de septiembre de 2020

En tiempo de PANDEMIA

 

Entrega 1, Escrito 15

¡AHORA QUE TENEMOS TIEMPO VAMOS A CONTAR MENTIRAS! 

 

     Ahora, ¿De verdad, TENEMOS TIEMPO? o se trata de un “espejismo”, de una “ilusión”, de una ofuscación mental, de una inventada quimera, producto de la maldad de un virus, exportado, como no podía ser de otra manera, por los reyes de la exportación universal, los chinos.

     Y, ¿Para qué nos sirve TENER TIEMPO? confinados, encerrados, adictos a la televisión, al móvil, a la Tablet, al no saber que hacer, habituados a no hacer nada y al malgastar horas y más horas de eso que llamamos TIEMPO.

     De cualquier modo, o manera, a lo largo y ancho del día, disponemos, regalo del “coronavirus de Wuhan” de algunos ratos para disfrutar del hogar, de la familia, de los rincones olvidados de la casa, de lo mucho que atesoramos en los armarios y cajoneras, de las abundantes fotos antiguas, de los empolvados libros y de algunos otros ratos para poner en práctica las aficiones artísticas, entre ellas, la reflexión y la escritura.

     Y aquí me tienen, frente al ordenador, con tiempo y ganas de contar MENTIRAS, sin complejos de convertirme en empedernido mentiroso o embustero de pro, todo sea por simple y necesitado DESAHOGO (con mayúsculas bien grandotas)

     Las MENTIRAS, como las monedas, tienen muchas caras.  Hay MENTIRAS PIADOSAS que no pretenden hacer daño; hay MENTIRAS DE VERDAD con sus ramalazos dañinos; hay MENTIRAS DE MENTIRIJILLAS, para entretener a la gente menuda y MENTIRAS SIN VUELTAS DE HOJAS, malintencionadas y perversas que persiguen hacer daño u ocultar la incompetencia y la maldad del mentiroso. En el tema del “coronavirus” ha habido y habrá cantidades ingentes de estas últimas (Dios nos libre de ellas)

    Para hacer más creíble este inservible LAMENTO DE DESAHOGO, destaparé, con la clara intención de desenmascarar a los embusteros de turno, el frasco de las ironías propias y ajenas.

     MENTIRA, y bien gorda, fue que los mandamases de este país, bajo la batuta de Pedro y Pablo (nada que ver, ni por asomo, con los Apóstoles de igual nombre) permitiesen, después de las recomendaciones de la OMS, las grandes manifestaciones feministas del 8 de marzo, deportivas, políticas y de otras índoles, con éxito de participación y de “contagiados” (algunos de ellos, a su pesar, engordadores del número de fallecidos en las macabras estadísticas estatales)

     MENTIRA, no menos gorda, fue y es, que estábamos preparadísimo para vencer a la especie de nueva “gripe” que se nos venía encima. Menos mal que nuestros particulares ángeles de la guarda, con ropajes y haceres de héroes y mártires sanitarios, nos echaron ambas manos y más.

     MENTIRA es, también, que algunos chinos (listos y aprovechados hay en todo sitio) nos engañaran, más de una vez y de dos, en la venta de material sanitario que resultó inservible.

Los compradores, los mismo de siempre, siguen sin reconocer sus errores.

      MENTIRAS es que los respiradores turcos, todavía no hayan llegado.

      MENTIRA es que en la crisis del “ébola” (sin muertos que contar) por el sacrificio de un perro (pobre perro) muchos de los seguidores de los que hoy nos “mandan” llamaban asesinos, hijos de putas, a los gobernantes de aquellos días. ¿Dónde gritan, dónde se esconden hoy, con cerca de 20.000 muertos a nuestras espaldas?

      MENTIRA es que para silenciar a los “mensajeros”, los “barones” que nos mal gobiernan, regalaron 15 millones de euros, para tenerlos a su lado, como mansos corderos y ser “la voz de su amo”. Tengo un hijo periodista. Jamás me gustaría verlo vendido por un misero plato de lentejas.

     MENTIRAS son las cifras oficiales que cada mañana nos largan los oficialistas sobre las muertes, contagios y “salvados”.

     MENTIRAS son los miles de sanitarios, destacados héroes y mártires, fallecidos.

    MENTIRA es el “Apocalipsis económico” que podrán contar los que superen la maldita pandemia, crecida, sin dudas, por los “aciertos” de los “progresistas y comunistas” que nos gobiernan.

     MENTIRAS son los lamentos, las quejas, los desahogos de los buenos socialistas de antes y de siempre que ven impotentes el desangrar de España, en manos de “iluminados”, “insolventes”, “miserables”, “lameculos”, etc., etc.

     MENTIRAS y más MENTIRAS que nos inventamos, encerrados, confinados, en nuestras casas, con sobrado tiempo para contagiarnos, para morirnos, despreciando a los que quieren destruir ESPAÑA.

     Estas son MENTIRAS inventadas por un “octogenario”, ya algo caduco y gastado que sueña con que el “coronavirus” y el amor a España, harán el milagro de quitar de en medio a los que hoy, por interés o por supina ignorancia, tratan de arruinarla y destruirla.

     Desde los tiempos de “Maricastaña”, siguen vivas las MENTIRAS que, al final de esos tiempos de cuentos para no dormir, se convertirán en VERDADES como puños, incuestionables, malditas y perversas, difíciles de olvidar, aunque muramos en el intento.

 

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