Martes, 9 de abril de 2019.
A 45 días…
¡LOS ABUELOS AL
“PODER”! AL “PODER” HACER DE TODO”.
Entre risas y llantos, satisfacciones y
quejas, querer y necesidad, trabajo y descanso (poco), los abuelos lanzamos a
los cielos, conscientes de impuestas obligaciones, el grito de ¡“LOS ABUELOS AL
PODER”! pero no a ese poder que ansían los políticos, o los que buscan
ascensos, o los que aspiran a ser jefe, o los que sueñan en mandar, sino al
poder de hacer, de aptitud, de capacidad, de empeño, de disposición.
El PODER de los ABUELOS, pan nuestro de
cada día, nos convierte en omnipotentes decatletas, preparados de sobra para
superar records nacionales e internacionales. Nuestro PODER no es efímero o de
corta duración, es cuasi permanente, de largos plazos y con tintes de
inquebrantable. Nuestro PODER es manifiesto, desinteresado y bastante costoso,
Nuestro PODER es ciego, basado en el amor, no tiene contrapartidas y es
atemporal e inagotable. Podríamos seguir enumerando cualidades específicas de
este nuevo PODER, actual y extendido por doquier, pero solo nos serviría para acrecentar
el PODER de este PODER.
Este PODER nuestro, el de abuelo
titulado, se concreta, se actualiza y se compendia en sus muchos PODERES a
ejecutar, de día o de noche y, muy a tener en cuenta, con el mayor de los agrados
y el mejor espíritu de servicio. Sirvan de muestra los siguientes botones de
nuestro PODER:
El
no hacer distingos entre el día y la noche. En pijama, camisón, trajes de
diario o de fiesta, siempre dispuesto a la tarea.
El llevar y recoger a los peques, las
veces que sean necesarias según el o los Centros Escolares donde se suponen se
educan nuestros nietos.
El cuidar de la tropa cuando alguno o
algunos, en caso de contagio, se ponen malitos y se ven obligados a quedarse en
casa.
El hacerse cargo de la menudencia, cuando los
progenitores se empecinan en echar cañita al aire o festejar, en solitario o
con los amiguetes, algún acontecimiento destacado, en su vida de “pringaos”.
El dar de comer al hambriento y de beber al
sediento, cuando estos enanos lo demandan, en ausencia de sus padres.
El comprarles, de tarde en tarde y cuando
la paguita lo permite, algún juguetito o juego, para tenerlos ocupados, cuando
las fuerzas de los abuelos, bien intencionados, flaquean a nuestro pesar.
El Maleducar a los nietos, cuando están
bajo nuestra tutela, concediéndoles pequeños o menos pequeños caprichos,
procurando que sus papases no se enteren de ello.
El sacarlos al sol o protegerlos de la
lluvia y de las inclemencias del tiempo cuando, en periodos vacacionales, se
quedan a nuestros cargos.
El creer que la
jubilación es para algunos de los nuestros, abuelos de hoy, una estación
jubilosa, de descanso y de buen vivir sin problemas.
El … suma y sigue de nuestro PODER, sin
casi PODER y que venga Dios y lo vea.
Y, sin embargo, legiones de sumisos y
responsables ABUELOS, seguimos dando el “callo”, seguimos en la brecha, en la
tarea, en la responsabilidad de seguir ayudando a los que, por obligación de
bien nacidos, deben respetarnos, querernos y ayudarnos cuando lo necesitemos de
verdad, en esta historia inacabada e interminable.
El otro PODER, el que, la mayor de las
veces, corrompe; el que se compra y se vende como mercancía de mercado; el que
sirve para endiosar a los poderosos de turno, para el que lo quiera. Nosotros,
los ABUELOS de hoy, nos conformamos con PODER PODER.
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