Miércoles, 10 de abril de 2019.
A 44 días…
DERBY SEVILLANO
Irremediablemente,
arrastrado por lo inevitable, empujado por unos designios imposibles de salvar,
obligado por un compromiso irrenunciable y tomando como estandarte el refrán
que dice: “Ovejas bobas, por donde va una, van todas”. Que podíamos mutar por:
“Hombres bobos, por donde va uno, van todos”. No tengo más remedio que escribir
del próximo DERBY sevillano a celebrar este fin de semana en el Sánchez Pizjuán,
SEVILLA - BETIS
Me voy a permitir, sin
ánimos de ofender o molestar a los seguidores de uno u otro color, utilizar un
lenguaje humorístico, bastante próximo a lo irónico, cercano a lo satírico y
primo hermano de la corriente mala uva, con la sana intención de desmitificar
estos encuentros deportivos, y de quitar, si es posible, un poquito de “hierro”
a los mismos.
Antes de entrar de lleno en materia, conviene hacer algunas
puntualizaciones que, seguramente, nos harán más cultos y mejores aficionados
al “noble, heroico, bello e inigualable deporte del fútbol”, antiguamente
llamado, absurda, desatinada y mal intencionadamente, “balompié”.
Los ingleses, como es
sabido, inventaron el fútbol y con su acostumbrado espíritu “dadivoso”, se lo
regalaron a todos los países del mundo: ricos, pobres, blancos, negros, del
norte, del sur, del este y del oeste. Y además, para convencernos de su
altruista generosidad, no sólo nos regalaron el bello deporte, sino que lo
acompañaron de una amplísima retahíla de anglicismos que, muy pronto, fueron
integrados y, más que consumidos, devorados por legiones de anglófonos
hispanos, necesitados de ampliar sus cortos conocimientos lingüísticos. Y
aprendimos a decir: “Fútbol”, “corne”, “penalti” “orsay” y... últimamente: DERBY. Palabra que en sus
orígenes significaba o hacía referencia a las carreras de caballos más famosas
del Reino Unido, instituidas en 1.780 por el XII Conde de Derby.
Con el paso del tiempo,
viendo los ingleses que esto de los caballos no tenía, fuera de la “city”, el
gancho del fútbol, ampliaron su significado. Y derby se hizo sinónimo de:
Competición deportiva de gran rivalidad.
Y es aquí, cuando se
produce la proliferación incontrolada de los “derbys”. Las competiciones
deportivas están a la orden del día y la rivalidad es un componente inexcusable
de cualquier actividad humana. Ello nos lleva a encontrarnos “derbys” hasta en
la sopa, sobre todo en las “sopas bobas”. Sirvan de ejemplos los muchos a
celebrar en cada temporada. Los nacionales, los autonómicos, los provinciales,
los locales y los de más abajo, como podía ser un Viso – Mairena. Y en caso
extremo, tengo un buen amigo que mantiene un permanente derby con la madre de
su mujer, con resultados desiguales.
Para terminar, me referiré
al derby motivo de este intrascendente comentario del día. En lo deportivo, me
gustaría un imposible: Que los dos equipos ganaran o que, al menos, ninguno de
los dos perdiera. Y lo imposible se vuelve justificación de no querer mojarme. Y
en lo referente a la rivalidad, desearía que ésta, no se convierta en
enemistad, y que los sentimientos encontrados, a veces rayanos en odio y rencor
extremos, se diluyan y disuelvan en rivalidad sana, solamente.
En cuanto a las aficiones,
me conformaría con que disfrutasen de un magnífico espectáculo deportivo. Que
su honrosa pasión y que, la libre defensa de sus colores, no los ciegue y los
vuelva seres irracionales, más cercanos a los “culigan Neandertales” que a los
hombres de un nuevo y viejo milenio.
Y si al final del derby del sábado, hay un ganador, convendría
recordarle que la victoria y el éxito tienen muchos padres y que la derrota y
el fracaso son siempre huérfanos. ¡Arriba
los “DERBYS” y abajo del todo, los incontrolados fanatismos deportivos o de cualquier otra actividad
humana.
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