lunes, 8 de abril de 2019

POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS.


Lunes, 8 de abril de 2019.
A 46 días…

SALUD, DINERO Y AMOR

      Dice una popular canción:
            Tres cosas hay en la vida:
       Salud, dinero y amor.
       El que tenga esas tres cosas,
       que le dé gracias a Dios.




     De siempre el género humano, una vez alcanzada la categoría de “Homo sapiens”, desligado de su parentesco con los graciosos monos y colocados en un “estatus” superior, ha deseado y ambicionado muchas cosas terrenales y se ha afanado lo increíble por conseguirlas. Cosas que, como atrayentes cebos, nos empujan en muchas ocasiones a picar en los anzuelos de las vanidades, de las locas ansias, del entreguismo y de otros muchos errores humanos.

     Me imagino al hombre primitivo, recién estrenada su categoría de “rey de la creación”, escaso en salud, desconocedor del dinero e iniciándose en el deseado y temido, a la vez, arte del amor; desmelenándose y dejándose la piel por conseguir las cosas importantes de aquellos lejanos tiempos “maricastañeros”. Piedras y huesos, materias primas para sus parcos útiles y sus simples armas; animales y plantas, fuentes de su alimentación; minerales y tierras, materiales para iniciarse en su incipiente vena artística; el agua y el fuego, indispensables y mágicos elementos en aquellos durísimos e imprevisibles tiempos de olvidos y de reconocimientos.

     Su catálogo de cosas deseadas era corto en artículos y parco en cantidad, sin perder por ello su carácter de grandeza, de notoriedad y de auténtica necesidad.

     Con el paso de los tiempos, unas veces por deseos propios y otras, por imposiciones ajenas, este catálogo de cosas anheladas fue creciendo, hasta alcanzar cotas insospechadas. Y lo que en el origen, se podía contener y contar con los dedos de las manos; hoy, necesitaríamos algunos libros de páginas amarillas, o de cualquier otro color, para reunir todas las cosas deseadas por las caprichosas, variopintas y millonarias legiones de humanos.

     Sin embargo, a pesar de la superabundancia de cosas necesarias o inútiles inscritas en los catálogos de los deseos, si realizáramos una macroencuesta para seleccionar las cosas más deseadas por los humanos, seguramente repetiríamos y nos dejaríamos convencer por las propuestas de la canción del principio. Mediocre canción popular, elevada a la categoría de dogma. La Salud, el dinero y el amor coparían, sin dudar, el oro, la plata y el bronce del pódium de los deseos. Afortunados los que poseen, gozan y comparten estas tres cosas. Menos afortunados son, los que poseen unas y carecen de alguna de ellas. Y desgraciados aquellos que, no tienen ninguna o que teniéndolas, hacen un pobre uso de las mismas.

Salud, dinero y amor. ¿Por qué? Por ser antípodas de la enfermedad, de la pobreza y del odio. Y ¿Para qué? Para gozar de la vida con intensidad, para compartir la riqueza y para extender el amor hasta el último rincón.

      La primera cosa elegida, sin dudar, es la salud que, como a la libertad, se valora más cuando nos falta, La segunda cosa deseada, en esta imaginada y virtual encuesta, es el dinero. Cuidado con sus desvaríos. Decía Benavente que, el dinero no puede hacer que seamos felices, pero es lo único que nos compensa de no serlo. También decía que, eso de que el dinero no da la felicidad, era un invento de los ricos para que no los envidiáramos. Casiodoro decía acertadamente que, el dinero se gana con trabajo, se guarda con temor y se pierde con dolor.  Confucio, nos invita a tener en cuenta que, tener algún dinero evita preocupaciones y tener mucho dinero, las atrae. La tercera cosa deseada por los, a veces, inteligentes humanos es el amor. Amar es olvidar la palabra yo. El amor, como la borrachera, es difícil de ocultar. En amor, demasiado sigue siendo poco. El amor es ciego, por eso hay tanta gente extraviada. El amor es el único deporte que no se suspende por falta de luz. Y para completar este breviario sobre el amor, nada mejor que unos versos de Antonio Machado:
     De querer a no querer
     hay un camino muy largo,
     que todo el mundo recorre
     sin saber cómo ni cuándo.
     Me he enamorado de ti,
     y es enfermedad tan mala
     que, ni la muerte la cura,
     según dicen los que aman.

      Termino con mis mejores y utópicos deseos de que, los cuerpos y las almas de los humanos rebosen salud; que se destierren a perpetuidad males y enfermedades; que el poderoso caballero don dinero pierda su maligno poder y que su reparto sea más justo y equitativo; que en amor nos titulemos todos con notas altas y que no haya suspensos. Y que a coro, con mejores, con peores, con entonadas o con desafinadas voces, sigamos teniendo en cuenta, para bien de todos, la popular canción de...

        LA SALUD, EL DINERO Y EL AMOR.
   

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