Viernes, 15 de marzo de
2019.
A 65 días…
COSAS GRATUITAS, QUE NO
TIENEN PRECIO.
Los
hombres, frecuentemente empobrecidos por la soberbia y la envidia, y engañados
por el oropel de lo caro, nos movemos torpemente entre la infravaloración de lo
que poseemos y la exagerada valoración de lo ajeno. Muchas veces, lo cercano,
lo cotidiano, lo que está a nuestro alcance es desechado, despreciado o
arrinconado en el más despreciable de los olvidos; mientras crece en nosotros,
agigantándose por momentos, el valor de lo que no poseemos. Ello nos produce
una embriaguez de envidia, casi siempre, disimulada y una incapacidad total del
disfrute de las muchas cosas gratuitas y maravillosas, de la vida, que tenemos
a nuestro alcance y no sabemos aprovecharlas.
Los hombres, frecuentemente empobrecidos
por la ignorancia y timados por el engaño de lo costoso, nos movemos
tristemente entre, el no valorar lo que tenemos y el exagerado aprecio a lo
ajeno y lejano. Muchas veces, lo
palpable, lo próximo, lo más humano es desconocido, no deseado o arrojado a la más horrible inexistencia; mientras se
multiplica en nosotros el valor de lo que no tenemos. Ello nos llena de rabia
contenida y de ceguera que nos imposibilitan gozar de la propia vida.
Son
muchas las cosas que poseemos que no tienen precio. No existe tasador humano
capaz de valorar su inapreciable costo. Con ellas podíamos hacer, sin lugar a
dudas, un magnífico coleccionable o una extraordinaria antología capaz de
estimular a sus conocedores y esperanzar a los más descreídos. En este
monologar “lunático” de hoy, trataré de enumerar algunas de estas cosas que,
para mucho de nosotros, no tienen precio y que nos ayudan a un mejor vivir y a
una mayor felicidad. Construiré, sin esfuerzo, un mágico alfabeto de posesiones
gratuitas, de uso a coste cero. Por la “A” me encuentro ser poseedor de cuatro
extraordinarios obsequios: la ALEGRÍA, el AMOR, la AMISTAD y el ARTE. Alegría,
Amor, Amistad y Arte. ¿Qué precio le daríamos a estos entrañables regalos? Apresurémonos,
desde el ahora mismo, desde este minúsculo ya, a alegrarnos y alegrar a
los demás; empeñémonos en aumentar la amistad
y los amigos; disfrutemos de amores
pasajeros o eternos y seamos siempre artistas
en, por y de la vida. Vale más un pellizco de alegría que toneladas de
tristeza. No se te ocurra comprar o vender amistad, no acertarás nunca en el
precio; regálala siempre. Aprende que, en amor, demasiado es siempre poco, y
empéñate en ser artista de lo diminuto e insignificante y de lo grandioso.
En este rosario de cosas que
no tienen precio podemos ensartar la Bondad
y la Belleza. Me pregunto.
¿Tanto cuesta practicar la primera y disfrutar de la segunda? A la “B” seguiría
la “C” de Cultura. Herramienta de diferenciación de lo animal y obsequio para
goce y disfrute. Si son capaces, pónganle precio. La “D” nos regala Dar y nos invita al desprendimiento, a
saber compartir lo mucho y lo poco, al rechazo del inhumano egoísmo, al trueque
definitivo de lo mío por lo nuestro. La “E” me enseña que la Educación es el mejor camino de
perfección del cuerpo y del alma y me devuelve la esperanza de un mundo mejor,
lejos de sueños, de utopías y de bonitas y estériles palabras. Por “F” me
encuentro con tres cosas que invitan a monumento en su honor: Fama, Familia Y Felicidad. Defendamos
la frágil fama propia y ajena, individual y colectiva; sintámonos orgullosos de
la familia y de lo familiar, y no renunciemos a la deseada y esquiva, a veces,
felicidad. La “F” me conduce a la “G” de Gozo
y Gratitud. Hay que aprender a gozar
con todos los átomos de nuestro ser y dar gracias por lo recibido y ya gastado,
y por lo que esperamos recibir. De bien nacido es ser agradecido.
Honradez se escribe con “H” de Hombre con mayúscula. Alejémonos de
fáciles o difíciles corrupciones y ejemplifiquemos las
conductas correctas de hombres sencillamente buenos. Con la “I” defenderemos Ideas e Ideales sanos y
nunca contrarios o dañinos para los hombres y sus mundos, rehuyendo de
perniciosos dogmas y de malignos fanatismos. La “J” me lleva al deseo de lo Justo y de la Justicia.
A la utilización siempre de la misma vara de medir y al destierro de todo lo
que huela a injusto. Me
salto la “K” y me choco con alegría con la “L” de la Libertad, bendecida, perseguida y acosada. Hartémonos de disfrutar
de ella, y nunca la confundamos con su lejano pariente el libertinaje. Y, por
si fuera poco, la “L” nos llenó de Libros.
Libros que nos forjaron, nos hicieron soñar, nos arrastraron a fantásticas
odiseas y despertaron en nosotros, jóvenes y viejos lectores, riadas de
sentimientos.
El tiempo
y la preocupación por no ser pesado, me obligan a repasar con rapidez este
modesto muestrario de cosas que no tienen precio. Podríamos extendernos en: la Memoria, la Mente, la insalvable Muerte,
la Paz, la Prudencia, el Saber, los
Sentimientos, los Silencios, el Tiempo, la Tolerancia,
la Verdad, la Virtud, y la más importante de todas estas cosas sin precio, la VIDA.
Para
terminar una preocupación y un deseo. La preocupación es, el empeño de algunos
mal llamados humanos en ponerle precio a la vida individual y colectiva. Poniendo
en riesgo todo y a todos. El deseo es una modesta invitación,
desde este mirador, a la meditación, al comentario, a la crítica sana, y al
final, a la necesaria COMUNICACIÓN entre todos nosotros.
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