Viernes, 22 de marzo de 2019.
A 63 días mal contados… y a 1 del cumple.
¡SILENCIO, POR FAVOR!
En
la voluntaria y diaria obligación de asomarme a este, nuestro Blog “Calabuig2”,
para monologar, en SILENCIO, sobre aquello que mi subjetividad viste de
actualidad, me encuentro, a veces, con serias dificultades.
Entonces,
recurro a un viejo truco, que consiste en cerrar los ojos y, en espera de las
inspiradoras musas, me dedico a oír y escuchar todos los sonidos y ruidos que
viven y mueren junto a mí. Voces conocidas y desconocidas; tenues pasos y
sonoros taconeos; músicas y palabras enlatadas, de modernos aparatos de radio y
televisión; ruidos de motores caseros y callejeros; gratos y molestos sonidos
animales y un indeterminado número de ruidos imprevistos que construyen un
entretenido muestrario de incontrolados acompañantes que merodean a nuestro
alrededor y que nos enseñan, con tenaz tozudez, que nunca estamos solos.
A
veces, con rara prodigalidad, este conjunto de gratos o molestos ruidos y
sonidos juegan, junto a nosotros, al escondite, desaparecen de nuestro
alrededor y nos permiten el desconcertante e increíble hecho milagroso de oír y
escuchar el SILENCIO
Y es
aquí, cuando se me ocurre escribir del sordo y mudo SILENCIO, con silentes palabras.
Como en otras ocasiones, hurgo en el interior de mi fiel y gran amigo el
Diccionario para descubrir las riquezas o miserias de la elegida palabra. SILENCIO
es ausencia de todo ruido o sonido (situación casi imposible) SILENCIO es estar
callado o abstenerse de hablar (difícil ejercicio). SILENCIO son las
circunstancias de no hablar de ciertas cosas (arduo trabajo para algunos o
algunas) SILENCIO es la interrupción de la correspondencia o la falta de
noticias de alguien. Y junto a todos estos significados, encuentro ricas locuciones
de uso corriente, como: Guardar SILENCIO, imponer SILENCIO, Romper el SILENCIO,
SILENCIO administrativo, salida o pretexto de la Administración para denegar
las peticiones de sus administrados. El machista toque de SILENCIO del servicio
militar o la curiosa zona de SILENCIO de las emisoras de radio, en las que, no
se oye en su cercanía lo emitido por ella, y si se oye, a una mayor distancia.
La palabra SILENCIO parió unas pocas palabras, para engordar el bulímico Diccionario, como: SILENCIADOR, SILENCIAR, SILENTE,
SILENCIARIO, SILENCIERO y SILENCIOSO. Poca prole familiar para un, tan
importante, vocablo.
Hasta aquí lo que me enseñó el apreciado
Diccionario. Ahora me toca, en solitario y sin ayuda, pensar, con signos
escritos, en la palabra SILENCIO. Y como el lenguaje es el vestido del
pensamiento, recurro a él, para desgranar los muchos méritos y valía del poco
usado, casi nada valorado y maltratado SILENCIO.
Antes de empezar a escribir, admito que
es más difícil manejar el SILENCIO que manejar la palabra SILENCIO. La mayoría
de los humanos, nos hemos arrepentido muchas más veces de haber hablado; que de
habernos callado. La mayoría de los humanos, despreciando el SILENCIO, hablamos
de todo, de lo sabido y de lo desconocido. De lo que no sabemos, no deberíamos
hablar, entonces el mundo sería mejor y, sobre todo, sería mucho más agradable
y silencioso. La mayoría de los humanos ignoramos que el comienzo de la
sabiduría está en el SILENCIO. Sí escucháramos más, seríamos mucho más sabios. Oí,
en cierta ocasión de atenta escucha, una frase que se me grabó para siempre.
Decía que, con las palabras el hombre supera a los animales; con los SILENCIOS,
el hombre supera a los hombres. Los grandes hombres, las mujeres grandes, los
grandes talentos saben lo que hay que decir en todo momento y también saben lo
que han de callar. Como amante del dibujo, de la pintura y de la buena
comunicación, he llegado a la conclusión de que los silencios son los últimos
trazos y las pinceladas finales y maestras en el arte de la conversación. Los
humanos, por nuestra desmedida afición a hablar, desconocemos y olvidamos que
el SILENCIO nunca traiciona y que éste, es signo de sabiduría; mientras que la
charlatanería y la palabrería son señales de una clara estupidez.
Parece fácil, pero guardar un minuto de
SILENCIO total, es tarea casi imposible, compruébenlo en las primeras ocasiones
que se les presente. A la vuelta de ese silente minuto, habrán comprobado que,
seguido con atención, se convierte en una pequeña eternidad. Aprovechemos
siempre estas ricas y breves ETERNIDADES DE SILENCIOS, para mejor oír y
escuchar, para no tener que arrepentirnos de lo hablado, para ser más sabios,
más artistas y algo menos estúpidos.
Para terminar, no olvidemos que el SILENCIO
es el gratuito sol que madura los buenos pensamientos. Y para ser consecuente
con lo expuesto y defendido en mis palabras anteriores, les regalo el SILENCIO
de mi SILENCIO, obsequiándoles, de paso, sin ruidos ni inservibles sonidos, mis
mejores deseos de SILENCIOSA FELICIDAD.
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