LA ESPERADA Y
ANUNCIADA LLUVIA NO QUISO NI VERNOS. MAL SE PONE LA COSA.
Llevaban tiempo, los meteorólogos, sin
equivocarse en sus informaciones pluviométricas. Después de un largo periodo de
“ni una gota”, las expectativas de lluvias en estos días animaron a personal,
que esperaba notables cambios, que no solo no llegaron, sino que nos mantenemos
en “NI UNA GOTA”, esta vez con preocupantes letras mayúsculas.
Y las cariacontecidas caras del mundo
cofrade presagian incertidumbres y miedos. Los retrasos en la llegada, a su
debido tiempo, de las benditas y necesarias aguas primaverales, empinan las
orejas y tratan de espantar las moscas que tras ellas se refugian. Y al lado de estos sufridores, los feriantes, expertos
en regatear a los días lluviosos, se mantienen, sumidos en sus preocupaciones
acuosas.
¿Quién, de estos señores, le pone al
tiempo buena cara? Todo un año, contando días, para presentar al pueblo, de
aquí y de todo el mundo, sus imágenes, su Cruz de Guía, sus pasos, sus maneras
y modales, sus “andares”, sus novedades y estrenos, sus rezos y sus cantos, sus
silentes promesas, su sed de costalero y su orgullo de ser “hermano”.
¿Quién de aquellos otros señores,
feriantes, les pone buena cara al mal tiempo? Todo el tiempo esperando el
cañonazo de salida de la primera feria de nuestro pueblo vecino Mairena del
Alcor, antesala de la de Sevilla, para “atrapar” en sus mágicas redes a la
entusiasta chiquilleria, para enganchar
a grandes y pequeños en sus calles del infierno, para desatar gritos, risas,
emociones y ruidos sin límite.
La única salida a estas “malajadas de
turno”, están en la fe del creyente que admite, con estoicismo, la siempre llegada
de otros tiempos mejores, de venideros años sin agua, de la vuelta a la ansiada
normalidad. La salida de los feriantes está, en la confianza de que “Lo que hoy
me quites, me lo devuelvas mañana, con creces”; aunque algunos, rotos y
hundidos, se queden en el camino.
Ojalá, el tiempo meteorológico, se
comporte como debe y dé respiros o treguas a los soñadores cofrades y a los
esforzados feriantes. De momento nos conformaríamos con unos pocos de
chaparrones fuera del calendario de la Semana Santa y de las Ferias y Fiesta
populares. ¡Así sea, si puede ser!
BARATÍSIMO, UN
DILUVIO DE DIEZ MINUTOS.
Y el cielo, con aparatosa lluvia y sonoro
acompañamiento, volvió a engañarnos. Abrió, con apariencia de Diluvio
Universal, a la vez, toda su grifería, obligándonos a recordar al pobre Noé, a
su familia y todos los animales de la cristiandad. Aquello, tan poco duradero,
no fue llover, no fue exagerada descarga acuosa, fue añorada catarata, fue
tupido cortinaje de agua bendita. Pero como vino, se fue. Fue como los
caramelos a la puerta de los colegios, visto y no visto. Bienvenida lluvia, o
lo que fuiste, goterón gordísimo y… ¿Hasta cuándo y de qué manera nos visitarás
de nuevo?
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¡QUÉ CERCA ESTÁ Y
QUÉ LEJOS SE VE “LA META” (DESCANSO POR AGOTAMIENTO FÍSICO Y MENTAL)
Un año es largo plazo para cumplir algo
prometido. Sus trescientos sesenta y cinco días de viejo calendario,
desgastados por el uso cotidiano, suponen manifiesto hándicap para llegar a la
meta. El paseo literario por tantos seguidos días se vuelve, en ocasiones,
pesadilla difícil de superar; la búsqueda de lo noticiable choca con las
ausencias de atractivas noticias; el monótono decir o contar se oscurece
ocultándose en el imposible trabajo de continuación. Y como colofón te impide
seguir escribiendo, La meta seguirá estando, inmóvil, donde siempre estuvo y
estará, mientras mi pobre cuerpo y mi débil alma descansan, de esta locura
inmisericorde de escribir, escribir y escribir, pase lo que pase.
PONERSE AL DÍA,
ARDUA TAREA.
La obligación, el deber, los compromisos,
siempre cansan cuando se alargan en el tiempo, o terminan reciclados, en falso,
en rutina, en automatismo, en querencia no querida, y ello, nos guste o no, nos
molesta, nos fastidia y, fundamentalmente, nos echa al campo de la indiferencia
y de la falta de fe en lo creado y en lo por crear.
Cuando empezamos con este invento de
escritura diaria, de asomo ininterrumpido a nuestro blog Calabuig2, nos pareció
una buena idea que nos mantendría en forma durante una larga temporada. Con el
paso de los días, la brevedad de los mismos, la caducidad de estos, las fuentes
de inspiración se fueron apartando, alejándose cansinas de nosotros, de
nuestras horas y días, y llegaron los tiempos del pasotismo, del “a otra cosa,
mariposa”, del “abajo las obligaciones”, del “mañana será otro día” y, con
ello, empezamos a dejarnos, a fallar en el compromiso, a faltar al deber.
Y la vuelta a la senda de lo planificado,
de lo pensado, de lo comprometido, se ha convertido en ardua tarea y en quehacer
costoso. Aunque no dudamos en que terminaremos enganchados, de nuevo, al
carro de la escritura diaria, para alcanzar la meta fijada hace ya más de
trescientos días. Cumpliendo así con uno de los apartados de la celebración de
las Bodas de Oro, y recibiendo el merecido premio a la constancia.
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