miércoles, 3 de abril de 2019

Perdí la cuenta de las fechas y se liberaron algunos días


LA ESPERADA Y ANUNCIADA LLUVIA NO QUISO NI VERNOS. MAL SE PONE LA COSA.

     Llevaban tiempo, los meteorólogos, sin equivocarse en sus informaciones pluviométricas. Después de un largo periodo de “ni una gota”, las expectativas de lluvias en estos días animaron a personal, que esperaba notables cambios, que no solo no llegaron, sino que nos mantenemos en “NI UNA GOTA”, esta vez con preocupantes letras mayúsculas.

      Y las cariacontecidas caras del mundo cofrade presagian incertidumbres y miedos. Los retrasos en la llegada, a su debido tiempo, de las benditas y necesarias aguas primaverales, empinan las orejas y tratan de espantar las moscas que tras ellas se refugian. Y al    lado de estos sufridores, los feriantes, expertos en regatear a los días lluviosos, se mantienen, sumidos en sus preocupaciones acuosas.

     ¿Quién, de estos señores, le pone al tiempo buena cara? Todo un año, contando días, para presentar al pueblo, de aquí y de todo el mundo, sus imágenes, su Cruz de Guía, sus pasos, sus maneras y modales, sus “andares”, sus novedades y estrenos, sus rezos y sus cantos, sus silentes promesas, su sed de costalero y su orgullo de ser “hermano”.

    ¿Quién de aquellos otros señores, feriantes, les pone buena cara al mal tiempo? Todo el tiempo esperando el cañonazo de salida de la primera feria de nuestro pueblo vecino Mairena del Alcor, antesala de la de Sevilla, para “atrapar” en sus mágicas redes a la entusiasta chiquilleria, para  enganchar a grandes y pequeños en sus calles del infierno, para desatar gritos, risas, emociones y ruidos sin límite.

     La única salida a estas “malajadas de turno”, están en la fe del creyente que admite, con estoicismo, la siempre llegada de otros tiempos mejores, de venideros años sin agua, de la vuelta a la ansiada normalidad. La salida de los feriantes está, en la confianza de que “Lo que hoy me quites, me lo devuelvas mañana, con creces”; aunque algunos, rotos y hundidos, se queden en el camino.

     Ojalá, el tiempo meteorológico, se comporte como debe y dé respiros o treguas a los soñadores cofrades y a los esforzados feriantes. De momento nos conformaríamos con unos pocos de chaparrones fuera del calendario de la Semana Santa y de las Ferias y Fiesta populares. ¡Así sea, si puede ser!

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BARATÍSIMO, UN DILUVIO DE DIEZ MINUTOS.

     Y el cielo, con aparatosa lluvia y sonoro acompañamiento, volvió a engañarnos. Abrió, con apariencia de Diluvio Universal, a la vez, toda su grifería, obligándonos a recordar al pobre Noé, a su familia y todos los animales de la cristiandad. Aquello, tan poco duradero, no fue llover, no fue exagerada descarga acuosa, fue añorada catarata, fue tupido cortinaje de agua bendita. Pero como vino, se fue. Fue como los caramelos a la puerta de los colegios, visto y no visto. Bienvenida lluvia, o lo que fuiste, goterón gordísimo y… ¿Hasta cuándo y de qué manera nos visitarás de nuevo?


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¡QUÉ CERCA ESTÁ Y QUÉ LEJOS SE VE “LA META” (DESCANSO POR AGOTAMIENTO FÍSICO Y MENTAL)


      Un año es largo plazo para cumplir algo prometido. Sus trescientos sesenta y cinco días de viejo calendario, desgastados por el uso cotidiano, suponen manifiesto hándicap para llegar a la meta. El paseo literario por tantos seguidos días se vuelve, en ocasiones, pesadilla difícil de superar; la búsqueda de lo noticiable choca con las ausencias de atractivas noticias; el monótono decir o contar se oscurece ocultándose en el imposible trabajo de continuación. Y como colofón te impide seguir escribiendo, La meta seguirá estando, inmóvil, donde siempre estuvo y estará, mientras mi pobre cuerpo y mi débil alma descansan, de esta locura inmisericorde de escribir, escribir y escribir, pase lo que pase.



PONERSE AL DÍA, ARDUA TAREA.

     La obligación, el deber, los compromisos, siempre cansan cuando se alargan en el tiempo, o terminan reciclados, en falso, en rutina, en automatismo, en querencia no querida, y ello, nos guste o no, nos molesta, nos fastidia y, fundamentalmente, nos echa al campo de la indiferencia y de la falta de fe en lo creado y en lo por crear.

     Cuando empezamos con este invento de escritura diaria, de asomo ininterrumpido a nuestro blog Calabuig2, nos pareció una buena idea que nos mantendría en forma durante una larga temporada. Con el paso de los días, la brevedad de los mismos, la caducidad de estos, las fuentes de inspiración se fueron apartando, alejándose cansinas de nosotros, de nuestras horas y días, y llegaron los tiempos del pasotismo, del “a otra cosa, mariposa”, del “abajo las obligaciones”, del “mañana será otro día” y, con ello, empezamos a dejarnos, a fallar en el compromiso, a faltar al deber.

     Y la vuelta a la senda de lo planificado, de lo pensado, de lo comprometido, se ha convertido en ardua tarea y en quehacer costoso. Aunque no dudamos en que terminaremos enganchados, de nuevo, al carro de la escritura diaria, para alcanzar la meta fijada hace ya más de trescientos días. Cumpliendo así con uno de los apartados de la celebración de las Bodas de Oro, y recibiendo el merecido premio a la constancia.


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