martes, 5 de marzo de 2019

LA VIDA SIGUE

Martes, 5 de marzo de 2019.
A 82 días…


EL DÍA DESPUÉS.


Todos los acontecimientos humanos tienen un día después. Todo lo que nos ocurre, grandioso o insignificante, cuenta inexorablemente con un día después. Ese día nos envalentonará con las mieles del éxito o nos sumirá en la desesperación con la hiel del fracaso. Ese día nos engrandecerá con el laurel del triunfo o nos aniquilará con el dolor de la derrota. Ese día nos endiosará con la soberbia del ufano o nos endemoniará con la angustia y desesperación del mal perder. Estos días después se llenan insaciablemente de orgullos, vanidades, celebraciones, alardeos, desprecios, mezquindades y complejos de superioridad en los afortunados ganadores. Estos días después se alimentan calladamente de odios, rencores, incomprensiones, envidias y complejos de inferioridad en los desafortunados perdedores.

Los días después son el mejor caldo de cultivo para el desarrollo de las deformaciones humanas, para aumentar las cosechas de defectos y para sembrar interminables enfrentamientos fatídicos absurdos e innecesarios. Los días después, espoleados por torpes e interesados hombres, ganan en importancia y brillantez a los propios acontecimientos, dejándolos en un empobrecido segundo plano. Los días después, emborrachados de gloria efímera, relegan a lugares inferiores a los esfuerzos realizados, a los trabajos y a las entregas. Los días después, engallados con  engreídos kikirikí de los fatuos, empujan a los propios hechos al despreciable olvido.

Las tragedias naturales también tienen su día después. Días negros de recuentos sombríos, de auxilios esperanzados, de mares de llantos, de imborrables imágenes y de imprescindible solidaridad. Los días después, en las catástrofes, se eternizan y se multiplican. Duran más de lo deseado y ahíjan retrasos, trámites y parsimoniosas burocracias, que agigantan la tragedia. Los días después, en las cruentas y malditas guerras, juegan a la lenta reconstrucción, a restañar heridas, a olvidar sufrimientos, a volver a empezar, a soñar y disfrutar de la vida y a desterrar a la violenta muerte.

También.  Lo festivo tiene su día después, cargado, en ocasiones, de cansancios y resacas, de mágicos recuerdos, de felices añoranzas, de lamentables y trágicos accidentes y de irreparables pérdidas.


La propia vida tiene su día después. Repleto de benditas impresiones y de necesario aprendizaje. Desconozco si su compañera, la insalvable muerte, tiene también su día después. Quisiera que así fuera, pero mi limitada mente y la ausencia de posible comprobación, me coloca en una permanente y desagradable duda.

El día después nos acompaña en todo y a todos. Y mientras haya vida, tendremos que esperarlo, vivirlo y comentarlo. Los días después llenarán con amplitud nuestros deseos y aspiraciones, nuestras realidades y nuestras fantasías, nuestros éxitos y nuestros fracasos.

Los días después, por su existencia y riqueza, se convierten en algo consustancial a nosotros y por ello, tendremos que aprender a tratarlos, a usarlos sabiamente y a quererlos. Suprimiendo de ellos todo lo que atufe a deshumanización o sea contrario al género humano.

Hoy, lunes, 4 de marzo de 2019, convertido en el día después de un domingo, 3 de marzo de 2019, viene dispuesto a no ser mejor, ni peor que otros muchos días ya consumidos y vividos de la mejor manera posible. Sólo me queda invitar y recomendar a los “disfrutadores” de los días después, que sean muchos, que los aprovechen bien y que, como hombres bien nacidos, amen y respeten a los demás mortales y que piensen que mañana será el día después  de todo lo que nos ocurra en el día de hoy.

Y digo yo… ¿PARA QUÉ SEGUIR CON ESTE GALIMATÍAS?

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