Sábado, 9 de marzo de 2019.
A 71 días…
A LA FAMILIA
Define el diccionario el término FAMILIA como
el grupo de personas emparentadas entre sí, que generalmente viven juntas. Igualmente se considera Familia, el conjunto de
ascendiente y descendientes, colaterales y afines de un linaje.
El vocablo FAMILIA es rico y abundante en encuentros y desencuentros.
Lo encontramos en muchas ramas de saber y de la vida. Hay Familias biológicas,
zoológicas, geológicas, químicas, etc. Y lo desencontramos en las muchas
ventoleras del llamado progreso progresista.
Los humanos, en nuestras periódicas relaciones con otras personas,
buscamos a aquellas que gozan de buen crédito y estimación social. Dicho de
forma clara, que sean de “buena
Familia”. Convirtiéndonos, sin proponérnoslo, en perversos clasificadores
de los humanos en buenos y malos, en aceptables o desechables, lo que supone
penetrar en la antesala de actitudes y comportamientos detestables y
peligrosos. Los hombres, en muchos momentos de nuestra vida, gozamos de lo “hecho en Familia”, en la intimidad. Y
de aquello que uno tiene muy por sabido y en lo que somos expertos, decimos que
nos es “muy Familiar”. Y cuando lo
desconocido nos domina y el fracaso se adueña de nuestros actos, recurrimos al
justificante de “no nos resulta Familiar”, antídoto de nuestra
ignorancia, ineptitud y rechazo. Lo Familiar
en el trato, es sinónimo de llaneza, sin ceremonia, con estilo natural,
sencillo y corriente.
Hoy que todo se estudia, se analiza, se critica, se cuestiona, se
bendice y se maldice, se aprueba o se rechaza, el término y el concepto
tradicional de FAMILIA no se libra de lo anterior. Sufre el acoso y derribo de
los inventores modernos de nuevas fórmulas de relaciones de los humanos;
mientras los defensores de la clásica FAMILIA de siempre, ven con sorpresa, no
exenta de indignación y desorientación, el resquebrajamiento de una antiquísima
institución considerada sagrada, intocable e inmutable.
En la actualidad, cambiar, renovar y progresar, es asumido, como
necesario, por las mayorías; aún a costa de rasgar, romper o destruir lo que
parecía eterno, la FAMILIA de antes. La FAMILIA de hoy, como casi todo lo
actual, sufre los acelerones cambiantes, promovidos por el imparable progreso e
impuesto por los aires que nos regalan la sociedad y los medios de
comunicación, en especial, la televisión, convertida, a espaldas y al frente de
unos muchos, en un cualificado e influyente miembro más de la nueva FAMILIA, la
que nos viene ahora, encima, por orden y gracia de los “iluminados” de la era
moderna.
De nada servirá que, los que creemos en la FAMILIA de hoy, de ayer, de
mañana y de siempre, iniciemos una cruzada de defensa de lo que, por sí, no
necesita ser defendida. De nada servirá que, los renovadores e inventores de
sucedáneos de la FAMILIA, traten de convencer al respetable, con sus modernas
pócimas o fórmulas de novedosas convivencias. Al final, como ocurre y ha
ocurrido siempre, lo tradicional se renovará y se hará actual; y lo innovado e
innovador, envejecerá y terminará como algo clásico y tradicional, hasta nueva
orden o concierto.
Para hacer más entretenido este monólogo, sin olvidar, la modesta
invitación a la meditación del lector, me despacho con una breve enumeración de
citas sobre la FAMILIA y sus componentes:
Jamás en la vida
encontraréis ternura mejor, más profunda, más desinteresada y verdadera que la
de una madre.
Un buen padre siempre tiene
algo de madre.
En cuestión de árboles
genealógicos, es mejor andarse por las ramas, sin olvidar las raíces.
Cuando el menor de los
hijos ya ha aprendido a no revolver la casa, llega el mayor de los nietos a
dejarla como un asco, con el consentimiento de los abuelos.
Antes de casarnos, tenemos
muchas teorías para educar a los hijos. Después, tenemos muchos hijos y ninguna
teoría.
Unos buenos padres valen
por cien maestros.
Los padres deberíamos
darnos cuenta, bien pronto, de cuando aburrimos a los hijos.
Los hijos de pequeño aman a
sus padres. Cuando crecen, lo juzgan y, algunas veces, hasta los perdonan.
La mayor de las fortunas es
la felicidad FAMILIAR.
Dichosos los que tienen las ideas claras sobre la FAMILIA tradicional,
actual o futura; con sus cargas de bendiciones o de desgracias; con sus caminos
de rosas y espinas; con sus tiempos de alegrías o de llantos; con sus aventuras
de tempestades o de calmas; con sus historias de éxitos y de fracasos y con sus
entrañas de vida y de muerte.
Bendiciones y desgracias, rosas y espinas, alegrías y llantos, tempestades
y calmas, éxitos y fracasos, vida y muerte. Retahíla de convicciones que, como
savia o sangre, recorren los adentros de la FAMILIA, engrandeciéndola y
elevándola a la categoría de lo sencillamente IMPORTANTE Y NECESARIO.
Los que quieran vendernos algo mejor y diferente de la FAMILIA, ¡Haya
ellos, con sus cuentas y sus ventas! Yo, desde esta modesta tribuna y en mi papel de aprendiz de escribano, me
declaro públicamente defensor de la FAMILIA, de lo FAMILIAR y de todo aquello
que huela y sepa a HOMBRE y a BUENA GENTE.
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