MIÉRCOLES, DÍA 2 DE DICIEMBRE
ENTIERRO MULTITUDINARIO, ESPECTÁCULO Y ALGO DE MORBO
Nunca he visto un sepelio así en mi vida; es la primea vez que no he podido entrar en la Iglesia, cosa que me hubiera gustado. La espera fue larga, se retrasó el responso porque la auptosia la comenzaron más tarde; llegando a la Parroquia los cadáveres a las seis aproximadamente. Cuando terminó este, el pésame a la familia, que se celebró en la puerta del templo, echó la noche encima.
El acompañamiento al Cementerio fue a un ritmo vivo para que la noche no mostrara su negrura, lo que no pudo evitarse. Parecía un desfile procesional, la gente, el pueblo no quiso perdérselo y se tiró a la calle, por donde pasó, para no perderse ni un detalle. Con más medios, la televisión siguió este último viaje para dos personas bastante apreciadas n l pueblo, como bien se demostró.
Un silencio especial, distinto, lo que no es habitual en este tipo de acontecimientos fúnebres, flotaba en el ambiente. Nadie se atrevía a levantar la voz, como si el respeto por y hacia ellos, no permitiera brotar las palabras o como si su gente quisiera expresar sin pasar la voz de unos límites, la enorme magnitud de esta desgracia, como si en el fondo nos sintiéramos culpables por esta lucha de la droga, o como si estuviéramos muriendo un poco con Plácido y Rosario. Y por qué no señalarlo, como si el drama del parricida, su hijo, entrara n las preocupaciones de cada uno.
Había algo especial en el aire visueño.
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