Miércoles, 5 de septiembre de 2018.
A 260 días de las BODAS DE ORO
A LA BUSCA Y CAPTURA DE UNA NUEVA DOCTORA
Desde el año 1992, año de gracia para Sevilla por su Exposición Universal, en que me aparecieron los primeros síntomas de pertenencia al club de los “hipertiroideos”, he sido objeto y sujeto paciente de muchos doctores. Han sido sobradas y variadas las causas de la “ruptura”, nunca por mi parte, entre los galenos y mi persona, en el siempre sumiso papel de buen paciente. Me reservo los nombres pues, me figuro, que todos ellos trataron, en todo momento, de conseguir mi curación. Unos se separaron por aburrimiento personal al no encontrar la solución de mi problema de tiroides. Otra por ascenso y desaparición sin dejar rastro o pista alguna para seguirla y, para más “inri”, no dejó ni una sola palabra del correspondiente historial médico (Lógico mosqueo de mi parte) Otro, porque se cansó de pasar consulta a los afiliados de “Asisa” y demás compañías médicas, escogiendo el camino de, persona visitada, “paganini” al canto. Otro, para mí, el mejor de todos, por sus “achaques personales” que, ya jubilado y por recomendación de sus hijos, también doctores, le recomendaron dejara el ejercicio de la medicina.
En casi una treintena de años de relación médico-paciente, no sé si fueron muchos o pocos estos metafóricos matrimonios. Ya empiezo a estar cansado de tanto “inicio”, de tanto “conocer”, de tantas “pruebas nuevas”, de tanta “incertidumbre”, de tanto “nuevo medicamento”. Creo que mi tiroides y yo nos conocemos lo suficiente bien para no necesitar ayuda del exterior.
A pesar de ello, hoy conocí una nueva doctora, con la que comparto el apellido de Fernández y, como en ocasiones anteriores, me puse a su entera disposición para que, sin muchos cambios ni sobresaltos, siga manteniendo la armonía entre mi tiroides y un servidor.
Postdata: La doctora Fernández me causó una buena impresión. Esperemos a la próxima consulta.
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