Viernes, día 31 de marzo
LO QUE TENÍA QUE OCURRIR,
OCURRIÓ
Serían las 11.30 h. de la noche y ya en pijama cuando me
llamaron de la Policía Local para indicarme que en la calle del “Pincha” la
gente se arremolinó con intención de linchar a este. No era broma ni falsa
alarma; la mayoría de las instigadoras de esta situación eran madres de
drogadictos que estaban ya dispuestas a poner remedio a su agonía quitando de
en medio a uno de los que suministraba la droga a sus hijos u otros familiares.
Cuando llegamos al lugar comprobamos que no habían
exagerado, además de la policía local estaban también un número importante de
guardias civiles a los que habían recurrido hacía algunos minutos y 3 ó 4
centenares de personas, unos afectados y la mayoría de curiosos.
Como aquello no había forma de tranquilizarlo llamamos al
juzgado de Carmona desde el cuartel de la Guardia Civil para ver si era posible
que se presentara allí el mismo juez y después de una pequeña entrevista con él
tuvo el cuajo de presentarse en el lugar de los hechos; por primera vez vi que
este daba la cara, comunicándoles a ambas partes que todos, lo más señalados
debían presentarse en el juzgado; unos por si tenían que acusar a alguien y
otros para defenderse de dichas acusaciones.
Es evidente de que salvo raras excepciones y muy ligadas a todo este fenómeno de la
droga, parece ser que la gente empieza a
desear estas intervenciones, acordándose incluso en algunos aspectos a épocas
pasadas.
La batalla ha comenzado y estoy seguro que situaciones
como las de hoy se van a repetir. ¡Ojalá sirvan para algo más que el propio
alboroto! Lo que está claro es que esto puede servir para, por lo menos, evitar
el descaro con que algunos distribuidores de droga estaban actuando
últimamente.
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