Lunes y Martes, 27 y 28 de agosto de 2018.
A 268 días de las BODAS DE ORO
PREPARANDO LA VUELTA AL CALOR DE LOS ALCORES
Durante los últimos días pasados, ya se nota cierto tufo de marcha cercana, de vuelta a la rutina cotidiana de la casa de la calle Real visueña. Cuando veo a Rosa limpiando sin parar, lavando a todas horas, ordenando lo ordenado, recogiendo, llevando y trayendo del apartamiento y al trastero, objetos que no van a ser utilizados; cuando la veo, en su papel de “capitana”, dando más ordenes de lo habitual, moviéndose incansable con más energía, desapareciendo de la escena para hacer algo que desconocemos y que ella solamente sabe, cuando la vemos más acelerada, etc., es que, no hay vuelta de hoja, hay segura próxima vuelta a casa.
Se huele, se palpa, que las vacaciones playeras tocan a fin, que el veraneo toca retirada, que hay que recuperar las charlas y saludos vecinales, que “Superesperanza” la llama, que hay que regar las plantas y pasar revista a toda la casa, para comprobar el estado de todas las cosas. Sin importar los 40 grados, la barrera de estos para no dormir, la falta de playa, la eliminación de los paseos por la orilla y otras menudencias a olvidar con prontitud.
Es ley de veraneo, es monótona repetición de todos los años, es historia conocida y padecida, es condena a cumplir sin rechistar, sin objetar nada. Solo los sabios como Marina y Antonino, saben aprovechar los tiempos de cada cosa. Lo demás es mala costumbre, es desperdiciar, es tirar por la borda, es cortar antes de tiempo, es renunciar.
Y cuando estemos en nuestro hogar, echaremos de menos las cosas buenas de Costa Ballena. Pero somos así, humanos dispuestos a equivocarnos con más frecuencia de lo habitual.
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