Lunes, 17 de septiembre de 2018
A 248 días de las BODAS DE ORO
EL GARCÍA GRANDE Y SU YÉSSICA SABÍAN LO QUE HACÍAN AL MONTAR SU NUEVA HELADERÍA
(EL NOVELERÍO VISUEÑO)
El Viso, como cualquier hijo de vecino, cuenta en su haber con virtudes a alabar y con defectos a corregir. Entre las primeras, su carácter acogedor; entre los segundos, lo que aquí denominamos “el novelerio”.
El novelerio, palabra inventada por estas tierras de María Santísima, goza de numerosos practicantes que, consciente o inconscientemente, son artistas en el arte de lo hiperbólico, de la aceptación a lo bestia de las novedades más insospechadas y del seguimiento, a fe ciega, de todo lo que huela a novedoso, a nuevo, ha venido de fuera.
Con frecuencia oímos expresiones como, “El viso es muy novelero” o “Los visueños que noveleros son”. Lo de novelero no se refiere a ser aficionado a la lectura o creación de novelas, se encuadra en esa predisposición fácil de aceptar y supervalorar hasta extremos insospechados lo nuevo.
El novelerío es contagioso. No es cosa de uno, de dos o de unos pocos, es cosa de muchos muchos. El novelerío no tiene fecha de caducidad, se mete en la sangre, en lo hondo, te imprime carácter, te hace ser más visueño. ¡Qué a nadie se le ocurra acabar con él! Tarea infrahumana. Flaco favor sería que desapareciera tal identidad guardada en el tuétano genético de los que moran en estos alcores, con cédula de nacimiento o con título de acogido foráneo.
Sirva el ejemplo que narro a continuación como muestra inequívoca del valor del “novelerío”.
Dos heladerías a menos de cien metros la una de la otra. Orígenes en el tiempo muy cercanos. Dueños, familiares venidos de tierras levantinas. Calidades subjetivas de los helados fabricados. Se defienden las dos, la supervivencia de las dos se consolida durante años.
Justo a la mitad de distancia de la una y de la otra, a alguien se le ocurre la idea de montar una nueva heladería. Me figuro que los dueños sopesarían los pros y los contras de tal montaje. Lo hacen a lo bestia, más de una treintena de variedades de helados, de todo tipo de sabores, todo nuevo a estrenar; el contenido de los mismos bien despachado, el servicio rápido, los precios aceptables y la calidad en manos de los consumidores.
Y he aquí que entra en acción el “novelerío visueño”. Grandes colas de consumidores, obligación de poner una máquina de números de orden, aglomeración de la gente en la acera; en momentos 5 jóvenes y el dueño, despachando. ¡Lo que se dice, un Boom! Y mientras tanto las dos “primas hermanas” a dos velas. ¡Pobrecitas mías!
El señor García y su hija acertaron en el montaje. Suponemos que, por lo visto y no visto, el negocio le será rentable y uno de los condicionantes de su éxito es el “novelerío” de la gente visueña.
El novelerío, cuando se pasa de la raya, de los límites de la normalidad, se vuelve contra los apostadores, aunque siempre queda el dicho de “Quién da primero, da dos veces” y a tener en cuenta que el verano por estos alcores dura más tiempo de lo normal.
Mi deseo es que las tres heladerías pervivan juntas y que se acaben de una vez los agresivos “noveleríos”, destructores, en muchas ocasiones, del pan de muchas familias. Mientras tanto y la historia continúe, un buen helado, cuando el calor aprieta, siempre será bien recibido. Las calidades de los mismos siempre las dictará la subjetividad de los consumidores y el grado de “novelerío” del respetable.
Fin, the end, hasta el próximo.
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