viernes, 16 de diciembre de 2022

UN AÑO ANTES DE LAS BODAS DE ORO

Miércoles, día 12 de septiembre de 2018

A 253 días de las BODAS DE ORO

                                            APRENDER Y APREHENDER

                    Un “HE” diferencia a estas dos palabrejas, vecinas en el diccionario y amigas de toda la vida. No sé porque las aprehendí para el comentario del día; sí sé que, con ello, algo habré de aprender.

                    Aprender y aprehender son benditos trabajos para los humanos. Aprendemos y aprehendemos, desde muy infantes, por necesidad o por querencia, por propia voluntad o por clara imposición. Y pasados los tiempos, seguimos aprendiendo y aprehendiendo con el mismo apetito de un siempre, cada vez más agotado y caduco.

                    Este ejercicio de hermanamiento entre aprender y aprehender puede convertirse, a lo largo y ancho de este escrito, en un galimatías, en un farragoso encuentro de dos vocablos similares y muy diferentes a la vez. La vida es una inagotable fuente de aprender y de aprehender, solo la enfermedad específica o la muerte nos pueden privar de estos ejercicios vitales, no siempre bien aprendidos o aprehendidos por el humano.

                    Sin proponérmelo y sin saber por qué, me da la impresión de que estoy metiéndome en un terreno confuso que a ninguna parte me lleva, con el hermanamiento y enfrentamiento de aprender y aprehender. ¿Mas, que aprendo con ello? ¿Mas, que aprehendo de ello?

                    Me gusta aprender. Me hubiera gustado vivir las cosas buenas del Renacimiento. Me gusta la palabra maestro, la existencia de los discípulos, de los aprendedores, de los aprendices. También me gusta aprehender lo que me agrada, lo que me produce gozo o satisfacción, aquello que una vez aprehendido se convierte en estímulo para nuevas o novedosas adquisiciones. Aprender es de sabio, aprehender es de humano. El ignorante aprende poco, el curioso aprehende todo lo que encuentra a su paso. El pedante aprehende las formas, las maneras; el instruido hurga en los fondos de las cosas. En un pugilato imaginado ¿Quién ganaría, el aprendedor o el aprehendedor? Difícil la respuesta.

                    En este caso, ésta es la cuestión: aprender o aprehender, ¿Con cuál nos quedamos? Con las dos y así nadie pierde y todos ganamos. ¡A aprender y aprehender, cuanto más, mejor!



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