Lunes, día 10 de abril
ANTONIO ME DEJA HELADO
Hacía tiempo que no lo veía por el
Ayuntamiento, incluso no asistía a las reuniones o actos importantes para el
Partido. Me habían dicho que la úlcera de estómago le estaba de nuevo dando la
lata.
Ante esta situación tenía intención de
verlo y charlar tranquilamente con él, para informarme y tratar de ayudarle si
esto era posible. Entre una cosa y otra lo iba dejando y el alejamiento cada
vez era mayor. Decidí acabar con esto y a través del teléfono concreté una cita a las cinco de la tarde en
la Cafetería Manoli. Al encontrarla cerrada decidimos vernos en el Eva, pero el
hecho de que allí hubiera mucha gente finalmente nos llevó al Kosqui.
Empezó a contarme su problema o mejor a
intentar contármelo, sin saber cómo ni poder explicarme cuales eran las causas de la crisis que estaba
atravesando. Lo verdaderamente de su caso es que arrastra una depresión
monumental, lo que le ha originado
además de un total abandono y dejadez – algo contrapuesto a su habitual
forma de ser y actuar -, hasta un cierto asco hacia el hecho político, cosa que
siempre ha sido su ilusión y a lo que se dedicó por entero sin trabas de
ninguna clase.
Y lo que más me sorprendió de su
confesión fue la de su voluntad de dimitir y tirar todo por la borda sin
importarle nada ni nadie para cambiar de opinión.
Dejarme a estas alturas – pensando que
fue el que me embarcó en gran parte en esta aventura – sería una dura faena, y
creo que Antonio no será capaz de hacerlo.
El tiempo, que casi todo lo cura,
volverá a tener razones.
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