120 .- Y LE PUSIMOS "MAÑANA"
cerca de la mar en calma,
entre jóvenes palmeras,
matojos y verdes cañas,
sobre blanco pedestal,
saneado con cal blanca,
divisamos la gaviota
sobre su trono de escarcha,
altiva, como una reina,
con aires de gran sultana.
Mira la blanca gaviota,
dueña de clara atalaya,
que, fiel a vieja costumbre,
altanera, saludaba,
con graznidos esculpidos
a ritmo y calor de playa,
sobre fina y clara arena,
sobre la espuma salada
de olas que juegan felices,
al filo de la mañana.
Aquella misma gaviota,
sobre un monolito, anclada,
oteaba el horizonte,
como si algo esperara.
Era una estatua de sal,
con aires de vieja estampa,
era salífero imán
para las vivas miradas.
La última vez que la vimos,
fue una espléndida mañana,
de esas que no se olvidan,
que en los adentros se graban,
sueños de aromas eternas,
cantos de la mar salada.
La gaviota marinera,
faltó a la cita esperada,
un hálito de tristeza
se adueño de nuestras almas,
un nombre había que buscar,
un nombre para llamarla.
En el luengo santoral,
hecho de grano y de paja,
no encontramos justo nombre
para la gaviota blanca,
no encontramos nombre justo,
y..., le pusimos: "MAÑANA".
La Ballena (Cádiz), 28 de Agosto de 2022
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