48.- LA TRISTE SOLEDAD
(Unos días en el Hospital Virgen del Rocío)
¡Qué triste es la soledad!
Cuando los aires del miedo
pululan alrededor
de los torpes pensamientos.
La soledad de los días,
en locas horas, envueltos,
corren por estrechas vías
de ásperos aburrimientos.
Como zombis escogidos,
con sus soledades, dentro,
caminan las pobres gentes
por sórdidos derroteros,
de enfermedades y muerte,
de caros padecimientos.
Las soledades entonan
endechas de sufrimientos,
mientras llora el corazón
lágrimas de roto acero.
¡Qué triste es la soledad
envuelta en mudos silencios!
La muerte traza caminos,
la vida recoge miedos,
y el destino se recrea,
con refajos de usurero,
en plantar mil soledades
en estos humanos huertos.
Los cuernos de la soledad,
astas de todos los tiempos,
se hincan inmisericorde,
como rejones hambrientos,
en las almas de los hombres,
en lo hondo de sus cuerpos,
dejando heridas profundas,
a restañar con el tiempo.,
¿Quién ha dicho, sin pensar,
que la soledad es cuento?
Que, si andamos con la gente,
la soledad, es invento.
Aquel que aquello dijera,
vive en un mundo de cuerdos,
mientras los locos estamos,
con la soledad, viviendo,
aunque a nuestro lado estén
los hombres del mundo entero.
La ladina soledad,
heroína del momento,
pare con facilidad
las hijas que lleva dentro,
y, de forma imperceptible
y con sibilinos gestos,
se las entrega al hombre,
para que sea su dueño.
¡Qué triste es la soledad
cuando no existe consuelo!
¡Qué triste es la soledad
cuando roe los adentros!
¡Qué triste es la soledad
cuando la razón perdemos!
Santa Cristina, A Coruña, 17 de Junio de 2022
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