42.- DIOS
Sueño a Dios como alfarero,
experto, de manos santas,
que, con sobrado cariño,
en venturosa mañana,
modeló con un suspiro,
nuestros cuerpos, nuestras almas.
Sueño a Dios como un herrero,
dueño de la mejor fragua,
capaz de fundir los hielos
de las maldades humanas,
y de encender los amores,
las dichas, las esperanzas.
Sueño a Dios como poeta,
de versos y rimas claras,
escritos en bellos libros,
con escogidas palabras,
recitados para el hombre,
en infinitas mañanas.
Sueño a Dios como ebanista,
autor de gloriosas tallas,
amante de las maderas
que se guardan en el alma,
y enemigo de la cruz
en la que, al Hijo, clavaran.
Sueño a Dios como soldado
de solidarias batallas,
donde el amor sustituya
a las mortíferas balas,
y las bombas estén hechas
de pan, paz, y albas esperanzas.
Sueño a Dios como doctor,
el más grandioso psiquiatra,
sanador de muertas mentes,
médico de frágil alma,
alivio de los enfermos
que en la tierra, penas pagan.
Sueño a Dios como un amigo,
que nuca jamás, nos falla,
en los momentos difíciles,
en las horas más amargas,
cuando la vida se rompe,
cuando la vida se apaga.
Sueño a Dios como un pastor,
de un vivo rebaño de almas´
que sufre, sobremanera,
cuando alguna se le escapa
y, si al tiempo, ella regresa,
se alegra su eterna cara.
Sueño a Dios como una gran todo.
Sueño a Dios como una nada,
y en sueños, paso mi tiempo,
y en sueños, busco yo mi alma.
Sin comprender, alma y Dios,
sin comprender casi nada.
El Viso del Alcor, 11 de Junio de 2022
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