El alterar el orden de presentación no cambiará la apreciación de los mismos; pero preferimos comenzar por el capítulo de las mascotas, trayendo a nuestra pequeña pantalla a DON SUAVÓN; personaje que andan en nuestras vidas a puñaítos y que saben moverse, como nadie, por todos los lugares sin que se les note; que no quieren líos, pero están presentes en todos; que su mayor habilidad está en el pasar desapercibido, aunque ello no le impida, como el que no quiere la cosa, picotear allí y acá; que su mirada hacia los cielos, como puede verse en su figura, no sabe uno si responde a la ironía y socarronería más espesas o al ya verás quién ríe el último. De mansedumbre, nada. Don Suavón, aunque él se proponga lo contrario, no es muy querido en nuestro mundo; aunque vayan ustedes a saber, si esto le preocupa un pito o un montón de pimientos. Él siempre va a lo suyo, a jugar al escondite, pero dejando deliberadamente huellas de su pasito corto y poco ruidoso.
Qué no y qué no, mil veces te decimos, que no nos haces gracia, que no hacemos migas contigo y que el sambenito que te han colgado, lo tienes más que merecido y que se acabó y ya está. Pues si no hay más verte.
Y mira que, después de ver el dibujo, hasta habrá gente que te aprecie algo; pero no, no nos resistimos a tu lavado de cara, ni a tus posturitas. Pensando que encontrarás amigos en los que son como tú, Don Suavón, o en los que en sus entrañas quisieran ser como tú, picarón.
Como contrapunto traemos a nuestro aspirante a ser protagonista de historias de tebeos, a Pepequillo, que nada más hay que verlo para enamorarse de él, con ese pelo largo que permite hacer colichas en forma de flor en su final, con ese tupecito, con su mirada firme y atrevida y con esa sonrisa que le falta cara para ser más grande, y por no faltarle de nada, con esas traviesas pequitas adornando sus mejillas. ¡Se puede pedir más! Y con ese modernismo de llevar en sus orejas, en lugar de aritos, crucecitas de su Jesusito. ¡Pa comérselo!
Y qué decir de su porte, de su aire, entre la sencillez y lo chulesco, todo conjuntado y de marca, de la misma marca. Cómo luce sus vaqueros roídos en sus finales. Qué arte para llevar sus deportes con cordones desabrochados; sin temor a enredarse y caer por ellos. Y no han visto ustedes que no se corta las marcas de sus ropas, que las deja colgando. Vamos, que cualquier día aparece por aquí algún productor de esos que hacen películas de animación y que le propone a Clim, que le preste el personaje, para hacer, no un corto, sino una largometraje como Dios manda.
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