Que el perro es el mejor amigo del hombre, es habitual pensamiento; siendo pocos los que dudan esto. Al perro, si lo tratas bien, seguro que te devuelve cariño y jamás se olvidará de ti, ni te dejará tirado. A la mayoría de estos animales les encantan los niños y cuanto más pequeños sean estos, bien pequeños de verdad, más juegan con ellos, y más paciencia tienen ante sus carantoñas. No hay escena más tierna que la de ver a un perro lazarillo guiando a un invidente, ni la de un anciano dormitando en su siesta o entretenido en sus interminables recuerdos de su dilatada vida, sentado en una silla cualquiera, aunque no sea de enea, ni mecedora, apoyando sus manos y cabeza en la curva de viejo bastón, bajo la atenta mirada de un can...
En esta quietud y paz, que el animal no se atreve ni a mover su cola para interrumpir el momento, por mucho que aprecie a su amo, se percibe el valor de una muestra de la amistad señalada al principio. Mientras el anciano se siente seguro y alejado en ese instante de su soledad, el can no le pierde el ojo y convertido casi en estatua, paciente esperará, como el pan, sus caricias de cada día.
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