Entrega
nº 20
GRUMPY,
el GRUÑÓN
Todos los enanitos de la historia de Blancanieves,
inspirada en un cuento de las Hermanos Grimm, tienen un algo que les caracteriza,
presentando de forma caricaturizada cualidades o actitudes de muchas personas
en la realidad.
¿Quién no ha sido, sobre todo en la
niñez, mocoso o en determinado momento no ha usado su dedo índice de la mano
para evitar la frecuencia de unos latosos e inoportunos estornudos?
A cuántos de nosotros se nos ha subido
el color de nuestras mejillas, poniéndolas sonrosadas o casi rojas, al atravesar
por un momento complicado y todo ello motivado a veces por nuestra
extraordinaria timidez.
¡Qué talante en nuestras poses y qué
caritas de “santurrones” se nos pone cuando la felicidad nos acompaña!
¿Con qué pesadez se nos cierran los
párpados cuando somos atrapados por el sueño; mal que se acentúa cuando nos
persigue a todas las horas del día, que ni con palillos podemos evitar la
cerrazón de nuestros ojos?
¡Qué carita la nuestra cuando éramos
pequeñajos y en clase sabíamos, solo, la respuesta de una de las preguntas
difíciles del “profe” y que nos trasladaba a casi la categoría de ”sabio”, y de
“sabiondo” para el resto de compañeros!
Y ¡Cuán grato resulta en muchas
ocasiones el saber refugiarse en los silencios, para no equivocarnos en demasía
o para no hacer daño a nadie, si olvidarnos de sonreír!
¡Cuántas veces fruncimos el ceño de
nuestro rostro como señal de enfado o de protesta por algo que no nos agrada,
convirtiéndonos en el GRUMPY de los enanitos. Vamos, en el Gruñón del grupo,
que como vimos en el film de Blancanieves, era un cabeza dura, cascarrabias,
pesimista y quejica,, que no soporta a las mujeres, creyéndose además el más
listo de todos; pero que en el fondo es un buenazo. Y que hasta para algunos
podía tenerse como persona muy mala; aunque realmente no era así. Ya que tiene
un gran corazón y además es muy valiente. Hasta algunos señalan que su dureza y
desobediencia, sobre todo hacia Blancanieves era porque estaba platónicamente
enamorado de ella.
A pesar de todo lo dicho es el segundo
enanito más popular, que se pelea algunas veces con Sabio y que en la mina se encarga de cavar.
¿Recordáis que cuando Blancanieves se
oculta en la cabaña de los enanitos, todos la aceptan, menos Gruñón? Es él el
que, siendo machista y desagradable, advierte a sus compañeros de que les
traerá problemas y que deben echarla; pero los demás ni le escuchan. En el
fondo, Gruñón finge detestar a Blancanieves, pero al final se encariña con ella
y acaba siendo su amigo. La defiende de la Reina y lucha contra la malvada bruja
en que se convierte, para salvarla. Y cuando Blancanieves cae presa de un
hechizo mortal, Gruñón llora amargamente y se arrepiente de haberla rechazado
cuando se la encontraron durmiendo en su cabaña y al concluir la película,
cuando el Príncipe la saca de su hechizo, es de los que más se alegra y la
despide encantado, dejando de ser un gruñón.
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