martes, 3 de noviembre de 2020

En tiempo de PANDEMIA

 Entrega 6. Escrito 9

VEREDICTO: ¡CULPABLES!

      Hoy, los jueces que juzgan “las cosas” de España han dictado sentencia, VEREDICTO: ¡CULPABLES! y de ésta, no se libra nadie, ni los guapos, ni los feos; ni los altos, ni los bajos, ni los tontos, ni los sabios, ni los que hablan por hablar, ni los más sesudos parlantes; ni los ricos, ni los pobres. Todos entramos y cabemos en el mismo saco, el de los CULPABLES y solo nos queda el camino de cumplir sin rechistar la dictada sentencia, el plomizo veredicto, contra el que nos prohíben apelar, por su meridiana claridad.

     Si cabe preguntarnos de qué se nos acusa y qué clase de delitos hemos cometidos.

     Se nos acusa de CALLAR, cuando teníamos que haber hablado. Se nos acusa de NO ACTUAR, cuando teníamos que haber actuado. Se nos acusa ADMITIR lo inadmisible, de TRAGARNOS carros y carretas sin decir ni pío. Se nos acusa de inquietante PASOTISMO cuando pasamos de los problemas de todos que, también lo son nuestros. Se nos acusa de RAJAR del prójimo en demasía, cuando teníamos que haber callado, escuchado, comprendido y respetado. Se nos acusa de BAILAR al son de los mandamases de turno, cuando teníamos que escuchar otras músicas bailables. Se nos acusa de APLAUDIR y APLAUDIRNOS, cuando teníamos, con humildad, reconocer nuestros errores y fracasos. Se nos acusa de MAL VOTAR, cuando teníamos y tenemos la obligación de elegir a los mejores y más honrados. Se nos acusa de NO VOTAR y posteriormente criticar ferozmente a los elegidos. Se nos acusa de PESIMISTAS, cuando desconocemos que el soñar y la utopía son armas del optimista triunfador. Se nos acusa de POBREZA DE ESPÍRITU, de BORREGUISMO, de falta de IDEALES, de CONFORMISMO y de un largo etcétera de inoportunos DECIRES y HACERES que nos hacen merecedores de la dictada sentencia de culpabilidad.

     A estas alturas de la “película”, no son válidas las quejas, tampoco es admisible culpar a los demás y mucho menos tirar la piedra y esconder la mano diestra o siniestra. Cuanto mejor sería que, cumplida la sentencia, fuéramos capaces de cambiar nuestros modos y maneras de entender la política y el   sumo valor de la libertad individual y colectiva. Cuanto mejor sería que, cumplido el veredicto, fuéramos capaces de transformarnos en un hombre nuevo, implicado y comprometido en solucionar algunos de los problemas que, hoy y siempre, pululan por nuestro rededor, sin esperar a que otros lo hagan por nosotros. No me gusta pertenecer al gremio de los CULPABLES y aunque acepte, hoy, el veredicto, procuraré, más pronto que tarde, borrarme de él.

     Son muchas las cosas a cambiar en España, empecemos por cambiar nosotros y procuremos que otros muchos sigan este camino. Estamos obligados a cambiar, a no callar, a denunciar, a participar, a cumplir, a…



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