Entrega 8. Escrito 5
NOS ACOSTUMBRAMOS A TODO
Verdad verdadera ésta, aunque haya algunos “humanoides” que, por llevar
la contraria al resto de los humanos crédulos, niegan su verosimilitud. A todo
nos acostumbramos, a lo bueno, a lo malo y a lo peor. En estos tiempos de
PANDEMIA, que tan mal llevamos, podemos entresacar algunas situaciones o
“malajadas” que ratifican la afirmación anterior. Que somos animales, nadie lo
duda; lo que si cuestionan algunos es que las costumbres nos puedan, nos
dominen y nos devuelvan a la reiteración, voluntaria o involuntaria, de
determinadas acciones, con el beneplácito y la aceptación de la mayoría de nuestros
congéneres, incluido el que suscribe y escribe.
Un
ejemplo valido para creyentes y ateos es el uso, abuso y mal uso de las
denostadas mascarillas. ¡Qué lejano nos quedaba a los occidentales el hecho de
sobrellevar las mascarillas cuando la autoridad, la polución, las pandemias y
otras nocivas circunstancias obligaban a su uso! Pobre de nosotros que, en un
“plis plas” nos han obligado a imitarlos. Y ahora, en estos tiempos de
PANDEMIA, estamos de lleno en gestionar lo mejor posible la COSTUMBRE de bien
usar estas prendas sanitarias.
Con el tiempo, la COSTUMBRE se convertirá en HÁBITO y entonces alrededor
de este mundo de las mascarillas surgirán miles de nuevas ideas, modernas
fábricas, toda una industria universal. Y puestos a divagar y a comportarnos
como humanos hiperbólicos, se fabricarán mascarillas con aire acondicionado,
con purificadores de aires, con música, y vayan ustedes a saber, que
imaginación no nos falta.
Tímidamente ya se ha iniciado la carrera por vivir a costa de las mascarillas.
Se venden como rosquillas. Existen diseños variados que, en época de flacas
vacas, despiertan el interés y el gusto en los artistas gráficos. Vamos, qué
nos queda tiempo para hacer, vender (presencial y on line) y rebajar éstas en
la época de bajada de precios.
Y
ya que escribimos de mascarillas, obligado es citar a la dichosa pandemia del
coronavirus. A pesar de los muchos contagiados, de los no menos rebrotes, de
las lastimosas muertes y de la ineptitud de los que tienen que velar por nuestra
salud, políticos y sanitarios, que no acaban de ponerse de acuerdo en lo
relativo a la maldad de la covid-19, terminaremos por acostumbrarnos, como
animales de costumbre que somos, a ella con todas sus cargas de nefastas
consecuencias nada buenas, ni apetecibles.
Al final de este “qué sé yo”, nos quedamos con la lástima de que no proliferen, entre nosotros, las BUENAS COSTUMBRES que son muchas. Algún día escribiremos sobre ellas por ver si se nos pega algo y nos queda tiempo para ser mejores criaturas.
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