Entrega 7. Escrito 16
ESCRIBIR DE NADA
Por curiosidad y porque así lo he querido me enrollo, sin cuestionarme
nada, en el escribir por escribir, en el lúdico ejercicio de reunir palabras,
alejado de la habitual comprensión y de la existencia o no de lectores.
Me
pregunto, ¿Seré capaz de concluir esta osadía lingüística? o ¿Terminaré dando
la razón a Don Abandono, concluyendo, antes de lo esperado, con este sin
sentido?
Algo de locura hay en este proyecto de escribir sin ton ni son, sin
propósito alguno, sin decir nada de nada, solo por pasatiempo, por distracción,
por juego mañanero como la burra cuando juega a matar moscas con el rabo o el
trompo que, cansado de dar vueltas, se tira al suelo buscando el descanso, o el
pájaro cucú que no se cansa de “cuquear” aunque no atine en la hora.
Escribir de y sobre nada, según el sabio “Pelota”, suena a intento
novedoso de escurrir el bulto, de huir de la realidad noticiable, o de
fantasear en un cuento chino sin principio, sin nada que contar y sin final.
¡Vaya ocurrencia! Y a pesar de ello me regodeo y me complazco con este absurdo,
ilógico y paradójico deseo de seguir escribiendo, aunque sea de nada.
Y
la nada que siempre es nada, no otra cosa diferente, osada y envalentonada se
mofa del escribano de nada y lo toma a chanza esperando que, de un momento a
otro, más temprano que tarde, descubra su estupidez, su simpleza y su
manifiesta gansada.
De
la nada nace otra nada menor con carita, cuerpo y alma de nada que termina
creciendo y creciendo, como crece la ignorancia, dando lugar a otra distinta o
igual nada. La nada es indescriptible, por ello, escribir de nada no deja de
ser una nadería envuelta en virtuales celofanes o en innecesario papel de
garabatear.
Para terminar, me entretengo en buscar, en los recodos del saber,
medicina efectiva para curar este padecimiento mío de pretender “ESCRIBIR DE
NADA”.
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